La República Federativa del Brasil se ha convertido en un gigante mundial, no solamente en lo deportivo o económico, sino en lo político; tanto interna como externamente, sus diversos gobiernos han logrado unificar criterios y mostrar el cómo se debe hacer las gestiones en la cosa pública, con un amplio fondo democrático, en el mismo sentido de la palabra.
La vida política e institucional en este país de actual economía emergente no ha sido nada fácil, puesto que hasta 1980, al igual que el resto de los países latinoamericanos, vivía con cruentas dictaduras, y el retorno a la democracia vino acompañado de la crisis generalizada.
La gestión presidencial de José Sarney (1985-1990) sufrió los embates de la inflación interna y la presión internacional para el pago de la deuda externa que él mismo había decretado no pagar. Aun así, logra establecer en 1988 la CPE de Brasil que establecía la elección directa del Presidente para ser, finalmente, sucedido en 1990 por Fernando Collor de Mello.
Tras conocerse al ganador de las elecciones y estando pronta la posesión del nuevo mandatario, los periodistas le hicieron una pregunta que no era fácil de responder, debido a la coyuntura del momento: ¿Qué es democracia para usted? Y el todavía Presidente respondió: “Democracia para mí es hacer lo que hice anoche”… Y los periodistas le replicaron: ¿Y qué hizo anoche?... Sarney respondió: “Hacer las maletas para irme a mi casa”, puesto que había cumplido su mandato y no vio necesidad de extenderlo.
Mucho tiempo más tarde, Brasil giró hacia el modelo socialista con Lula da Silva, quien ha sabido dar paso a nuevas generaciones de líderes políticos. Es recordada su visita a Puerto Quijarro el 15/01/2009, en donde el presidente Evo Morales daba un discurso fustigando duramente a empresarios privados, a cívicos y opositores; cuando a Lula le correspondió tomar la palabra, reprochó públicamente a Morales, diciéndole: “Lo importante (es) la lección política y la lección de vida que tenemos que dar, Evo. Yo no gobierno en Brasil apenas para los pobres o los trabajadores y, aunque ellos son mi prioridad, yo gobierno para todos…”.
Cuando Dilma Rousseff sustituyó el 01/01/2011 a Lula da Silva en la Presidencia (ambos son del Partido de los Trabajadores), los periodistas, como de costumbre, preguntaron a la nueva mandataria cuál sería el tratamiento gubernamental hacia ellos, y la respuesta dada por ella incluyó un gran sentido de democracia: “Prefiero el ruido de la prensa libre al silencio de las dictaduras”.
Las lecciones democráticas que un país vecino ha dado para todos, debemos aplicarlas, ya que la democracia no es un fin en sí mismo, sino un medio para llegar a la paz social entre los habitantes de un país. La democracia no implica imponer una visión de administración del Estado sobre la otra, sino respetar las existentes. Un Gobierno democrático debe garantizar el derecho al disenso y a la crítica sobre el accionar gubernamental y, finalmente, permitir que construyamos un país sobre la base de las diferencias políticas, económicas, sociales y culturales que puedan existir. Democracia es, también, antónimo de toda arbitrariedad que un gobernante realice para anclarse en el poder.
Abogado. abog.paulcoca@gmail.com
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