The Strongest
The Strongest sufrió lo indecible. Sufrió y parece encantarles esta sensación, porque ha acostumbrado este padecer a su hinchada, quienes también gozan y sufren viéndole jugar.
El actual campeón de la Liga no puede dejar de lado sus vicios. Continúa siendo un plantel predecible e incapaz de finalizar las jugadas que gesta. La definición ha sido en los últimos tiempos el gran problema. Ni el cambio posicional de algunos jugadores, pudieron darle ductilidad a un equipo que, desde hace mucho tiempo, está huérfano de la ofensiva.
Ayer, Eduardo Villegas, supuso que jugar con un sólo volante de contención, provocaría más posibilidades en la ofensiva. Así fue. El nuevo dibujo táctica (4-3-3), le brindo al Tigre más amplitud y profundidad que, al final, no sirvió de nada, porque el complemento para para finalizar la jugada, los dos hombres elegidos por el entrenador, Luis Melgar y Jair Reinoso, no cumplen con sus tareas.
Ambos jugadores, carecen de rasgo alguno, para ser delanteros de jerarquía. Instinto, desmarque, confianza, disposición táctica, concentración, pegada, entre otras características, ciñeron la falta de protagonismo de quienes tienen la responsabilidad de cumplir con esa tarea. Y lo peor, es que ni la sustitución de los dos, por los otros atacantes –Gastón Mealla y el ‘refuerzo’, Boris Alfaro– fueron la solución ante un cuadro potosino que defendió con lo que pudo durante el primer tiempo y gran parte del segundo.
Está claro, que Nacional es un gran equipo defendiendo, pero la falta de ambición para ir adelante en busca del gol, le restó mérito a esa sacrificada defensa. Si al equipo se le acaba las ideas y el físico para defender, aparecía la gran figura del partido, Arístides Florentín. Fue la noche del guardameta potosino, quien se encargó de evitar cualquier disparo de larga o corta distancia que dispuso el local, quien apelaba a este argumento futbolístico cuando no encontraba resquicio en una defensa de dos líneas compactadas.
Eduardo Villegas no tuvo opción y debió mandar al terreno al volante de marca, Ernesto Cristaldo, quien casi no jugó la temporada pasada; pero apareció en el momento indicado y en el sitio indicado para darle el respiro a un Tigre que se le escurría el partido.
El Tigre, con el marcador arriba, había conseguido anestesiar el partido, faltando 20 minutos para el final, a base de esconderle el balón ante un necesitado Nacional. Con el tranquilizador 0-1, el Tigre tenía el control del partido no excesivamente cómodo, pero era un control infructuoso, estéril, un fútbol conformista, a tal grado, que hacer tiempo fue el argumento más reprochable.
Queda en la mente de los hinchas, ver un equipo que siempre busca el milagro. O al menos, para sumar una victoria que le pueda encaminar a la defensa del título liguero con algo de entusiasmo. Es complicado que lo de anoche en el estadio Hernando Siles se repita a menudo y quede como un accidente o una responsabilidad de los dioses del fútbol. El cuerpo técnico intenta cambiar, pero la materia prima con la que cuenta no le permite hacerlo, debido a una pésima gestión dirigencial del comité técnico que no termina de entender que The Strongest es el campeón, que debe defender el título, que debe jugar la Copa Libertadores de América; y por ello, necesita jugadores de jerarquía y no los paquetitos que llegan, que poco rinden, y solo ocupan espacios. Ojo, que además de la comisión técnica, el culpable, es el técnico, quien avala la llegada de estos “súper genios” del fútbol.
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