Bolivia según Evo Morales

Cuando mi pariente espiritual me anunció que el Presidente del Estado Plurinacional Multicolor y Folclórico leería su mensaje informe ante los congresales al cumplirse otro año más de su presidencia vitalicia, dije a mi comadre con voz alegre “prepárate, Margarita, que vamos a galopear”, preparando su ánimo para una tarea dura y fatigosa que suele durar varias horas que dejan a nuestras nalgas doloridas y a nuestras mentes preocupadas.

Para hacer más leve el ejercicio nalguístico y cerebral, mi buena y precavida comadritay pobló de almohadones los sofás de mi living, dispuso unas mesillas para servirnos una piernita de cerdo al horno que ella misma había condimentado, agregando a su menú mandarinas peruanas, uvas chilenas y maní también peruano.

Nos pusimos frente al televisor y un aparato de radio para así entender mejor el sufrido castellano de nuestro Presidente y la dificultad que tiene para leer cifras que muchas veces pasan de cien mil y millares de pesos bolivianos y dólares.

Como habíamos informado primicialmente habló de la prueba Dakar 2014 que fue ganada por Bolivia y particularmente por nuestro mandatario, aunque citó a nuestros corredores Salvatierra, Nosiglia y algunos más.

A esa altura del informe, mi comadre y yo nos habíamos engullido un sándwich de chola y varias mandarinas.

Esa alimentación previa nos permitió comprender algo de los beneficios que percibiremos los pobladores de La Paz y Quillacollo del satélite artificial que los chinos colocaron en el espacio sideral para los bolivianitos que gastamos miles de millones de dólares para contar con ese chiche que informará instantáneamente al Gobierno de cualquier movimiento de hombres en nuestro territorio.

El mismo presidente Evo no nos pudo explicar muy bien la marcha de ese aparatito tan caro.

Luego llegó el momento tan temido, cuando nuestro Presidente vitalicio nos leyó con alguna dificultad las cifras astronómicas que marcan nuestro desarrollo y que obligaron a mi comadre Macacha a exclamar: “¡Estamos mejor que Chile y el Perú y en este momento somos sólo superados por Rusia!”. La cholita cochabambina me preguntó cuál era nuestro índice por cápita y tuve que corregirle amorosamente, indicándole que no era por cápita sino per cápita, que quiere decir por cabeza. Ella sacó de entre los pliegues de sus hermosas polleras una computadora de bolsillo, demostrándome con números que Evo tenía la razón al decir que nuestro desarrollo era fantástico, pues antes de las elecciones entregará a los paceños el teleférico más caro del mundo y que dentro de poco tiempo produciremos hierro en el Mutún y litio en el salar de Uyuni, con el cual construiremos automóviles eléctricos que no precisarán de gasolina ni de diésel.

Al escuchar tantas maravillas y otras más de un hombre serio como nuestro Presidente vitalicio, la cholita cochabambina me dijo: “quiero que usted me lleve a vivir a ese país tan hermoso como el que Evo nos pintó”, yo solamente sonreí y le dije que sí.