El turismo, desde principios del siglo pasado, se ha convertido en el mundo en una parte importante de la economía y, mucho más, del conocimiento y comprensión del ser humano y su consubstanciación con la naturaleza y con los adelantos que ha logrado el ser humano tanto en la ciencia como en la tecnología. Para muchos países en la actualidad resulta un factor importante de recursos económicos y, en algunos casos, ocupa el primer lugar en el rubro de ingresos de moneda fuerte. Estas realidades han permitido que el desarrollo y progreso de muchas naciones sea acelerado y, por supuesto, un retroceso importante en los índices de pobreza.
La competencia del Dakar que atravesó parte de nuestro país, ha significado -desde los anuncios en los que se indicó que tocaría suelo boliviano- en factor importante tanto en lo social como en lo económico. En lo social hubo una especie de comunión nacional sobre la importancia del acontecimiento y ello unió a muchos estratos poblacionales y personas de diversas regiones. En lo económico, se ha movido importantes montos de dinero y el ingreso de divisas, por la presencia de turistas, ha sido significativo.
Un tercer elemento positivo que deja el Dakar es una especie de convicción general sobre la importancia del turismo, de implementarlo y fomentarlo dadas las riquezas naturales que posee nuestro territorio y que son ignoradas tanto por los mismos bolivianos como por extranjeros que viven anhelantes de conocer nuevas tierras y tener nuevas experiencias y sensaciones.
Para todos los gobiernos, desde mediados del siglo pasado, hubo la intención de promover la industria del turismo como factor importante de la economía y, además, como fuente segura de empleo, además de conseguir la profesionalización en este rubro de la economía y de las relaciones humanas para miles de jóvenes indecisos de escoger alguna profesión. El turismo ha despertado la vocación de mucha juventud, hasta el extremo de que las universidades han abierto carreras que permitan estudios de esta profesión y, al titularlos, los nuevos profesionales han logrado situaciones seguras en el país y muchos han conseguido empleos espectaculares en países donde el turismo está muy desarrollado.
El Dakar, pues, en sus resultados y consecuencias debe ser motivo para que el Gobierno y otras instituciones lleven a buen término cualquier intención o propósito para incrementar el turismo y darle la importancia que realmente tiene en lo económico, en el crecimiento de la artesanía y como fuente de empleo. Descuidar las experiencias ganadas sería irresponsable y contrario a la urgencia de desarrollar el país mediante la creación de fuentes seguras de riqueza que, en este caso, permiten los diversos tesoros nacionales que contiene nuestro territorio y que están inexplotados desde siempre.
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