Alguien, muy molesto por la reacción desquiciada que pusieron de manifiesto el lunes 20 de los corrientes muchos conductores del transporte público, los calificó como “enemigos del progreso”, denominativo que no responde a la realidad, aunque sucede siempre: las malas acciones de pocos dañan la reputación de todo un gremio, como aconteció hace poco más de tres décadas, oportunidad en la que ellos se “quemaron” debido a la actitud aduladora de su máximo dirigente de entonces, que decidió “enarbolar los pantalones” de un Presidente del país, que en esa época era objeto de rechazo a nivel nacional e internacional.
Posteriormente fueron protagonistas de otras actitudes censurables, como cuando bloquearon con sus motorizados de manera prepotente las calles y avenidas de la urbe, para evitar que circulen hasta vehículos particulares, y todo ante la aparente satisfacción de una tozuda autoridad de tránsito, que en la ocasión ante la pregunta periodística en torno a ese abuso dijo: “dígale, pues, a su alcalde”. Fue una respuesta descomedida, por cierto. Fuera de ello existen muchos otros aspectos que de un modo u otro deterioraron la imagen de este sector social tan primordial de nuestro medio.
Pese a todo ello, digamos que siempre se ha convivido en medio de esa especie de “tira y afloja” permanente, tratando de que no se dañe de forma brutal a la siempre maltrecha economía popular, con una elevación desmedida de sus tarifas. De ahí que los distintos gobiernos buscaron permanentemente mitigar o paliar los efectos de los descomunales “tarifazos” que buscaban imponer dirigentes del ramo, al otorgarles carburantes subvencionados, que fue y hasta hoy significa uno de los principales beneficios para los transportistas. También se pasó por concederles ventajas en importaciones de llantas, repuestos y otros. Empero, la que sí puede ser considerada como impactante para disminuir sus erogaciones y, por el contrario, sumen mayores ganancias, es la conversión de sus motores a GNV, se ha dicho, con carácter gratuito.
Pues bien, luego del paro, o bloqueo de las mil esquinas, como prefieran, que fue protagonizado en fecha 20 del mes que corre, este sector se propinó a sí mismo una estocada mortal. Porque se comprobó que sus determinaciones ya no son asumidas, como otrora, en forma unánime, sino que esta vez se puso de manifiesto que están muy fraccionados: trabajaron numerosos minibuses, como no sucedió en anteriores paros, además del desplazamiento normal, ya habitual, de taxis, trufis, y cuándo no los “voraces” radiotaxis que aún no extienden facturas. Éstos últimos, felizmente, no pudieron pescar del todo en río revuelto, y tampoco hacer su “agosto” en pleno enero, porque, reitero, hubo gran cantidad de “minis” y buses.
Ahora, que es necesario modernizar el transporte sindicalizado, dejando atrás los “compadreríos” y la informalidad en este servicio, es evidente. Se requiere que se desplacen sobre la base de horarios estrictos, por turnos en feriados, sábados y domingos, y particularmente en lo referente a la atención nocturna al usuario. Ya no tiene que suceder que cuando los maestros del volante tienen un campeonato de fútbol, una fiesta, preste, o entrada folclórica, en la que participan ellos, el resultado constituya al siguiente día: escasez de vehículos, porque los conductores están “curando el chaki”, lo cual no es un pecado, pues casi todos tienen ese tipo de actividades, empero cuando se trata de la atención al usuario, en una ciudad importante como La Paz, eso no debiera ocurrir.
Es por eso que con los denominados “Pumakataris”, o el mismo teleférico, todo aquello, nos imaginamos, será cosa del pasado, ya que se podrá gozar de normalidad y regularidad en estos servicios. Entonces, con todo ese accionar negativo en el que incurre este sector por el mal tino de ciertos dirigentes, el mismo se está propinando golpes contundentes que lo hacen ver como “enemigo del progreso”, aunque no tiene por qué ser así. Por el contrario, los transportistas debieran buscar formas para modernizarse, disciplinarse y, sobre todo, congraciarse con los usuarios, puesto que todos conformamos esta sociedad.
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