[Juan León]

Menudencias

Toque a degüello…


El lanzamiento formal de la campaña para la re reelección,  que eso fue en realidad el acto conmemorativo del cuarto aniversario del Estado Plurinacional, marcó pauta clara de la estrategia electoral oficialista. Y las señales del miércoles en el edificio del congreso marcan una estrategia de tono amenazante, autoritario y de imposiciones.

Al tronar de pututus a guisa de cornetas en el hemiciclo parlamentario, el mensaje fue un “toque a degüello”. Un llamado a la lucha sin cuartel, cortándole el cuello de oreja a oreja a todo enemigo que se rinda, al estilo de los antiguos musulmanes. Se puso las fichas  en el tablero y se las mostró de manera cuidadosamente planificada.  Tanto que la televisión reforzó con imágenes en recuadro, de manera poco habitual en su tradicional mediocridad,  los puntos centrales del discurso presidencial.

El perfil  de los dos alfiles que entraron en funciones y eligió el presidente como abanderados del  frente de su campaña muestra de manera diáfana las características de su carrera hacia su re reelección en un escenario político y social sustancialmente diferente al que existía en el 2005, pero en el que las expectativas insatisfechas de entonces persisten, aunque exigen hoy otro discurso.

De entrada nomás, el vicepresidente rayó la cancha. “Es un lujo y un honor estar a su lado, compañero Eugenio”, le dijo al nuevo presidente del Senado. Y el oficialismo aplaudió de manera disciplinada ese saludo. Está claro que el tercer hombre en el orden de sucesión presidencial es ahora alguien capaz de segar una vida sin que le tiemble la mano. Lo mostró cuando saltó a la fama, en Achacachi. Y que para conseguir  sus objetivos cree válido cualquier recurso o método. Lo probó cuando declaró su apoyo a la tortura. Se inmuniza así la posibilidad de alegatos éticos,  morales o  legales a la hora de eliminar obstáculos.

Los antecedentes del otro alfil complementan ese perfil.  La obsecuencia, el “llunkerío” o la lealtad política, como se la quiera llamar, están fuera de duda cuando alguien es capaz de desconocer y enfrentar cualquier obstáculo para satisfacer el ego del jefe. Defender contra viento y marea la frustrada idea de cambiarle nombre al aeropuerto de su propia ciudad lo prueba. Y es vacuna contra posibles “librepensantes” en el frente legislativo del oficialismo.

Para complementar esos trebejos en su tablero,  el discurso presidencial  habló también, de entrada nomás, de sus caballos de batalla. Sus explicaciones  sobre recuperación de imagen  de los militares y sus informes sobre potenciamiento de las fuerzas armadas muestran la pretensión de sustentar el proceso con las bayonetas.  El desbarajuste institucional que provocaron las dictaduras y su atropello a los derechos humanos, con la obligación de llevar el testamento bajo el brazo, son hoy historia, según el presidente, porque su nueva doctrina les encarga defender los recursos naturales. Hay que recordar que el general Alfredo Ovando nacionalizó la Gulf al comenzar la seguidilla militar, en el 87.

En el otro flanco ubicó a una policía cada vez más numerosa, mejor equipada, mejor pagada y sobre todo comprometida, al menos formalmente, con un proceso político aunque todavía convaleciente de una grave crisis institucional por las denuncias de corrupción y una creciente   pérdida de institucionalidad.

Las torres son las que son y están donde están, igual que la reina. Aparentemente intocables. A diferencia del cuerpo de peones, que son siempre fusible necesario a entregar según las necesidades de campaña y los movimientos de una oposición paralizada aún por su incapacidad e incongruencias internas,  por el temor, el peso de la prebenda,  las ambiciones personales o los errores y horrores del pasado, vaya uno a juzgar.

En ese tablero y con esos trebejos, la práctica del divide y vencerás está ya en marcha. Las principales organizaciones de la sociedad civil (Cidob, COB, Conamaq, Derechos Humanos, etc.) están ya divididas. El proceso ampliará su espectro y persistirá en todos los ámbitos. Al fin y al cabo, los autores de la estrategia envolvente conocen bien el algoritmo matemático: la manera más fácil para resolver un gran problema es dividirlo en problemas iguales pero más chicos. Y si aún es insuficiente, volverlos a dividir cuantas veces se necesite hasta resolverlo.

Por eso, tal vez, el vicepresidente habló también del testimonio histórico de los recortes de prensa,  al poner en la mira de su discurso a “mediocres escribanos rebasados por la historia”, ajeno a que, en su momento, ellos le pisaron también los callos a otros gobiernos. Lo probó poco después el presidente al recurrir a recortes de prensa para probar la veracidad de sus denuncias sobre pecados pasados de sus adversarios políticos.

TITULARES

Usurpado el 7 de octubre de 1970, por defender
la libertad y la justicia.
Reinició sus ediciones el primero de septiembre de 1971.

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