[Armando Mariaca]

Este año debe ser de enmiendas y aciertos


En la vida de los pueblos, dos realidades han formado su historia: la positiva y la negativa; pero lo negativo ha sido mayor, debido a la falibilidad de los hombres, por hechos que cuando fueron reconocidos y se tomó conciencia de ellos, se los enmendó aunque en forma relativa. De todos modos, siquiera parte del mal prevaleció y ello fue decisivo para el diario vivir de la comunidad y del mismo Gobierno o estrato de administración que tuvo que ver directamente con lo ocurrido.

Ocho años, en la vida de cualquier país, son decisivos para la realización de obras importantes en pro de la colectividad; ocho años que pueden ser constructivos para la marcha futura de un país; finalmente, ocho años en los que se comete errores de toda laya y que pueden ser enmendados, aunque no siempre ocurre ello, debido a cómo se interprete o practique la democracia, la libertad y la justicia.

Ocho años de gobierno del presidente Morales han estado matizados por muchos yerros que, sólo en mínima parte, fueron emendados por los aciertos. La creencia de que “se precisaba cambios” o “convenía hacer justicia a quinientos años de yerros” o introducir “cambios en políticas ajenas a las mayorías y a los intereses del Estado”; ocho años en los que “era importante un proceso de cambio revolucionándolo todo” pero tan sólo con estatizaciones y alejamiento de los caminos democráticos, aunque pregonando siempre a favor de la democracia.

Para una parte de la población y hasta de las corrientes político-partidistas, las nacionalizaciones o estatizaciones han sido buenas y necesarias pero para la mayoría, negativas conforme a las experiencias del pasado. Para una parte del pueblo la atención de lo social, las políticas dadivosas para sectores de la población mediante la otorgación de bonos especiales, resultó conveniente y necesaria como medio de una “justa distribución de la riqueza”; pero, para los más, la dádiva no siempre es buena porque es discriminatoria y creadora de antecedentes que son perjudiciales y contrarios a toda política de desarrollo y progreso, puesto que limita las capacidades de las personas restringiendo iniciativas y creando el hábito de la dádiva, de la ayuda y alejamiento de la práctica de los propios valores y condiciones aptos para el trabajo, la creatividad, las iniciativas y la urgencia de abandonar las conductas de la dependencia.

Han transcurrido ocho años en los que, examinados los hechos positivos, es preciso mejorarlos, consolidarlos y darles continuidad; tiempo en que se debe aprovechar las buenas posibilidades e intenciones del propio entorno corrigiendo todo lo mal hecho o lo que estuvo equivocado y cerró los caminos del desarrollo y el progreso, recurriendo a lo bueno que se tenga, a las buenas propuestas formuladas y adoptando un espíritu de servicio a todos sin discriminaciones odiosas que crean resentimientos y conductas clasistas, diferencias profundas en intenciones e intereses. Tiempo en que es preciso abandonar las posiciones de soberbia que tanto daño hicieron al Estado y al propio Gobierno.

En ocho años, la comunidad nacional ha experimentado una serie de sentimientos positivos y negativos a favor o contra el régimen; ha tenido oportunidad de hacer comparaciones con regímenes pasados y evaluar cada gestión; ha podido entender que lo hecho desde la creación de la República hasta nuestros días ha sido en desunión, en discordias permanentes y en las conductas no hubo emulaciones constructivas sino destructivas. El pueblo ha tenido la oportunidad de establecer hasta qué punto se entiende y practica la democracia y hasta dónde se vive responsablemente las libertades que otorga la Constitución; ha podido establecer cómo muchas veces se impone el derecho de la fuerza en lugar de la fuerza del Derecho que son la Constitución y las leyes.

Llorar por lo mal hecho o alegrar la vida con lo bueno que se hubiese realizado, no trae nada; lo que corresponde es que, en acto de conciencia, se enmiende lo malo, se corrija lo que ha causado daño y se comprenda que el país es de todos sin discriminaciones absurdas. Tiempo para perfeccionar lo bueno y proponerse conseguir la unidad, el entendimiento, la concordia entre todos. Dar los pasos para que la oposición sea constructiva, propositiva y responsable, que abandone los caminos de la discordia y el reproche, que sugiera soluciones que el país precisa, que haga notar, con la altura y honestidad necesarias, los yerros gubernamentales; en fin, es tiempo en que todos podemos aportar lo mejor de cada uno en aras de los intereses de la madre común que es la Patria.

TITULARES

Usurpado el 7 de octubre de 1970, por defender
la libertad y la justicia.
Reinició sus ediciones el primero de septiembre de 1971.

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