La capitulación de Puerto Alonso

Después de fundar Puerto Alonso sobre el río Acre, el delegado nacional había dictado medidas para establecer la soberanía en esas apartadas regiones. Con el decreto de 4 de enero de 1899 se declaró “abiertas a la navegación mercante de todas las naciones que tienen amistad con Bolivia, las vías fluviales de los ríos Aquri, Purús y Yaco, desde el punto en que se hallan situadas las aduanas y resguardos de fronteras donde sea posible la navegación”. Dispuso además que los navíos mercantes cambiasen la bandera de la nación a que pertenecían por la bandera boliviana, desde el momento en que entrasen en aguas bolivianas.

Esta disposición causó alarma en el Gobierno y pueblo brasileño.

El canciller de esa nación, Olyntho de Magalhaes, dirigió al encargado de negocios en Río de Janeiro una enérgica nota reclamando porque tal decreto Gobierno boliviano, que a primera vista parecía disponer aguas bolivianas, en realidad legislaba también en aguas brasileñas, por lo que con altanería replicó que el Gobierno del Brasil no permitiría que navíos extranjeros naveguen por sus aguas para Puerto Alonso.

El encargado de negocios, Ricardo Jaimes Freyre, no opuso ni la más leve argumentación para defender el decreto observado y se limitó a repetir que solicitaría informes e instrucciones de su Gobierno.

Mientras tanto la alarma brasileña había repercutido con mayor intensidad en los estados de Para y Amazonas, en cuyas capitales, Belén y Manaos, hubo manifestaciones populares; pero sobre todo molestó a los aventureros que explotaban la goma boliviana y la contrabandeaban sin rubor a esos estados. Brasil veía así reducidos sus ingresos por “tránsito” de la goma boliviana por sus puertos.

La acción solapada del Gobierno brasileño dio lugar a su intervención en 1902, con el pretexto, además, de la propuesta de Félix Avelino Aramayo de crear una sociedad anglo norteamericana, la Bolivian Syndicate, que arrendaría la totalidad del Acre a Bolivia y lo explotaría de manera privada. Casi simultáneamente el Cnel. Placido Castro, declarando la secesión del Acre se levantó en armas y con la intención de tomar Puerto Alonso, el 14de octubre de 1902 mandó, viniendo de Caquetá, una pequeña embarcación con cinco hombres que traían bandera blanca. El delegado bajó al río y los recibió en la lancha Bolivia; eran portadores de una comunicación anunciando un ataque al puerto, y ofreciendo que el servicio de ambulancias, fuese común para los heridos de ambas partes, en los hospitales de Caquetá…

La crónica del combate -colaboración del doctor Leocadio Trigo, actor en la defensa del puerto- expresa:

“En la noche del 14, la mayor parte de los defensores del puerto, durmieron en las trincheras, ocupando sus puestos de combate…

En la mañana del 15 de enero vimos izadas frente a nuestras posiciones las banderas de la revolución llamada del Acre, con los colores amarillo y verde, con una estrella roja al centro.

El centinela avanzado de las posiciones del Batallón Cochabamba descargó su rifle contra los primeros hombres que vio a su frente, y fue la señal a la que siguió un violento y general ataque circular, contra todas nuestras posiciones. Nosotros sostuvimos con entusiasmo el ataque. Posiblemente el enemigo queriendo aprovechar del primer momento, cargó con violencia extraordinaria. En cada posición nuestra temíamos por la suerte de los demás, creyendo que quizás eran asaltadas, juzgando por la excesiva intensidad del tiroteo. Era particularmente contra las posiciones del Batallón Tercero que arreciaba más el combate. Felizmente fue dominado el asalto desesperado inicial, que duró más o menos dos horas, y se retiraron las fuerzas enemigas, habiendo sufrido muchísimas bajas…

Es indudable que el Cnel. Castro y su ejército tuvieron el propósito de penetrar al puerto en este primer empuje, contando con la superioridad de sus fuerzas y su profundo empeño, y al encontrar una resistencia que venció su anhelo, debió ser grande su contrariedad…

El 20 de enero se combatió con intensidad, pero nuestras fuerzas estaban agotadas. En la mañana se izó en la delegación bandera blanca y se propuso parlamentar, fue aceptada la proposición y se suspendió los fuegos.

Cuando Placido Castro conoció que sólo se le proponía una tregua para enterrar a los muertos, en vez de la deseada rendición, ordenó continuar el ataque. En este día y la noche fuimos atacados con encono y rabia, pero nos sostuvimos poniendo siempre a raya al enemigo. Llegamos al amanecer combatiendo.

Pero las municiones y los alimentos estaban agotados,

En la mañana se fue izada bandera blanca en la delegación… ¡¡Capitulamos!! El puerto no fue tomado, permanecimos en nuestros puestos, con las armas en la mano, creo que no fuimos vencidos. En la tarde gris, tristísima, abandonamos el puerto, y recién entraron los enemigos.

Fuente: EL DIARIO, 24/1/1923.

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