Álvaro Numbela T.
Apreciemos el espíritu ecuánime de una resolución que facilita una forma distinta de cooperación. Sin embargo, esta vez la Corte Internacional de Justicia establece nuevos límites entre Chile y Perú, acabando con el epílogo de la Guerra del Pacífico que suponía viejos rencores históricos.
EL FALLO DE LA HAYA
Dictado en el palacio de la Paz (La Haya), después de seis años de procedimientos le ha dado al Perú una zona marítima que se encontraba bajo la soberanía chilena. El conflicto marítimo entre los dos países resultaba secular y quedaba pendiente desde la Guerra del Pacífico del Siglo XIX, hasta el lunes 27 de enero de 2014, fecha memorable para muchos. El Perú acudiendo a la Corte Internacional de Justicia en 2008 acusó formalmente que Chile se apropió de sus aguas territoriales. Consecuentemente, el reclamo de Lima estaba referido a la posesión y control de hecho que ejercía Chile sobre 38.000 Km2 del océano Pacífico. Inicialmente la estrategia chilena era no aceptar la competencia de la Corte, mas ante la mirada atenta del mundo no le quedó otra que aceptar e ir a la Haya, sede de la Corte Internacional de Justicia, asegurando que la frontera marítima entre los dos países estaba fijado por dos tratados de 1952 y 1954, que ante los ojos idóneos de la Corte integrada por 33 miembros no resultaba ser la evidente.
UN FALLO SALOMÓNICO
Las relaciones internacionales fundadas sobre el respeto a la Carta de las Naciones Unidas, tiene por principios básicos la coexistencia pacífica y la cooperación entre todos los países. Sin recurso a la utilización de la fuerza. Consiguientemente no se trata de la aplicación simple y llanamente de normas de derecho. En el fallo salomónico primó lo EQUITABLE; principio de derecho que da ventajas mutuas, sobre la base del derecho de cada pueblo a determinar libremente su suerte. Entonces, si ambos países andan de acuerdo en 80 millas náuticas de lado, para la zona situada entre 80 y 200 millas marinas, los jueces de la Haya hacen un nuevo trazado de frontera a fin de obtener un resultado equitativo; ahora la zona considerada como parte de las aguas internacionales detentadas por Chile, pasan a soberanía peruana. Los peruanos recuperan más del 70% de aquello que pedían.
Consecuentemente, el fallo tenía que haber cerrado un capítulo negro de la Guerra del Pacífico, donde ha quedado demostrado que ninguna victoria da derechos en función de la Carta de la Naciones Unidas. Además, muestra a los vecinos -con quienes intenta trabajar Chile- que se puede acabar con los rencores históricos. Así acaba el conflicto emblemático donde el Perú perdió el 25% de su territorio y Bolivia su acceso al mar (daño que se debe demandar y reparar). Finalmente, queda para un futuro que los hombres sabios del mundo (de la CIJ) pueden rediseñar los contornos de Perú y Bolivia. ¡¡Alegría!!... puesto que la victoria es siempre de quien mira mejor el futuro.
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