Que el divisionismo social viene de lejos lo confirman estas palabras del Primer Mandatario: “La conspiración y la intromisión no se perdonan”, expresadas al anunciar la expulsión del IBIS, una de las Organizaciones No Gubernamentales que trabajan en el país.
Los cargos del Gobierno contra IBIS son principalmente “injerencia política, financiar la división de las organizaciones indígenas” y documentos contrarios al Gobierno.
Este acto gubernamental tiene el valor de un reconocimiento de que las ONGs, o muchas de ellas, promueven el encono revanchista de sectores campesinos contra las clases medias y formas de hostigamiento del campo contra las ciudades, dentro de una concepción de lucha de clases.
¿Cómo ocurre esto? Los agentes de las ONGs especializadas toman contacto con caciques -en el sentido moderno del término- y financian la organización de grupos indígena-campesinos con diversos rótulos. El flujo sostenido de recursos subvenciona a los dirigentes y moviliza su actividad. Difundida la “buena nueva”, como las moscas a la miel acude la clientela en los cuatro puntos cardinales del territorio. El estipendio es confesión por boca propia en los medios de comunicación, bajo el eufemismo de “ayuda”.
Los agentes operativos de las ONGs o Fundaciones, en algunos casos, disfrazan u ocultan la verdad en sus reportes a los centros financiadores o a los gobiernos que las sustentan. La ingenuidad o la buena fe de las casas matrices del otro lado del mundo se hace suficiente para la continuidad del flujo económico.
Sucede, aunque no necesariamente, que los diligentes organizadores de las filiales en el país son juramentados en las izquierdas y aplican a gusto su estrategia política. No en vano el presidente Morales hizo sus primeros reclutamientos intelectualoides precisamente del Centro de Estudios de Desarrollo Laboral y Agrario, financiado por IBIS. Tampoco se descarta que la orientación política de determinados de estos organismos foráneos provenga de falsos conceptos de la realidad social de Latinoamérica, adoptados sin mayor análisis ni discriminación por países, desembocando en intromisión política abstraída de las consecuencias de divisionismo y desintegración social que fomentan.
IBIS, por ejemplo, auxiliaba tanto al ya indicado CEDLA, como a CONAMAQ, Erbol, Fundación Wayna Tambo, Liga del Medio Ambiente (LIDEMA), Centro de Investigación y Promoción Campesina (CIPCA), etc., seguramente los más connotados por su actividad militante. No deja de llamar la atención que CEDLA, portador de la estructura ministerial básica del Gobierno sufra ahora implacable castigo. Su pecado, ocuparse de los hechos del TIPNIS y de otras inconsecuencias contra sus protegidos. Está visto que las ONGs se tornan indeseables si no se ajustan a las conveniencias políticas del Gobierno, aunque sus altos exponentes deberían guardarles gratitud por múltiples menesteres en los inicios de su escalada.
Ahora bien, nadie desconoce la enorme contribución de algunos de estos entes en campos específicos de la salud y otros mediante insumos, personal, recursos propios, etc., entre los que se puede citar a Caritas, Ayuda en Acción, ADRA, Educación sin Fronteras, etc. Bienvenidos por su promoción del bien público, alejados de trajines disociadores y de la siembra de enfrentamiento entre sectores de la sociedad.
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