Aunque no hay fecha definida para las elecciones, se tiene la certeza de que será en el curso de los últimos meses del presente año; pero como si fuese inminente dicho proceso, los partidos políticos se empeñan en desencadenar campañas pre-electorales con gala de posiciones que, muchas veces, resultan difíciles de entender, especialmente cuando no hay definidas aún las candidaturas, excepción hecha de la re-reelección del Presidente y su acompañante.
Lo más grave de este período es que se incrementan los anuncios sobre posiciones entre el Gobierno y los partidos de oposición. Hay acusaciones por parte de ambas partes, muchas veces sobre cuestiones baladíes, sin importancia, pero que resultan armas contundentes contra los posibles adversarios.
En medio del “mare-magnum” que se avecina y que empieza con entusiasmo, está la acción del partido de gobierno, MAS, cuya militancia se esmera en mostrar las bondades del régimen y las perspectivas que tiene para el futuro. Las mismas labores del Presidente, entregando obras que corresponden a su actual gestión, resultan en los hechos campañas con miras a “mostrar efectividad de su gestión y continuidad”.
Por su parte, los partidos de oposición tan sólo con dos candidaturas, están divididos seguramente porque cada uno se siente con derecho para liderar la oposición y ser candidato único contrario al binomio del MAS. Lo cierto es que ninguno de los partidos políticos, incluido el que está en el Gobierno, da señales de ser confiable porque, como muchas veces ocurrió en el pasado, el pueblo se muestra escéptico, desconfía de las posibles propuestas porque muchas de ellas son repetidas como estribillo desde hace muchos años, especialmente desde el reingreso al sistema democrático en el año 1982.
El Tribunal Electoral tampoco muestra alguna vitalidad en sus resoluciones y, en algunos casos, da señales de contradicciones al aprobar lo que hace la candidatura oficial con lo que hace la oposición; en otras palabras, no existen muestras sobre la independencia que debería tener este tribunal encargado de planificar y llevar a buen término el proceso electoral.
Hay defectos notables en el mismo Tribunal y cuyos integrantes deben corregirlos; de otro modo, la ciudadanía no podrá dispensar la confianza que hasta ahora depositó en sus miembros, aunque con la certeza y las dudas de que responden íntegramente a los designios del Gobierno. Es preciso que sean adoptadas conductas o acciones de independencia y neutralidad en los miembros del Tribunal Electoral para que el mismo proceso democrático se consolide con la realización de elecciones transparentes que no siembren dudas y más desconfianza en la colectividad.
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