[Jaime Martínez]

Año electoral


La realidad socioeconómica de un grupo humano se modifica de acuerdo con las circunstancias en las que se desenvuelve; cambia con los actos humanos realizados de determinada manera y que muchas veces debe ser modificado en algunos aspectos para que produzca el resultado esperado por la colectividad, inclusive ser rehecho para que el bien común esté garantizado en ese lugar; o porque simplemente no se ha realizado determinada acción, en cuya eficacia se tiene mucha esperanza.

De ahí que la democracia permita la alternabilidad en el ejercicio del poder, dando paso a la renovación de gobernantes para respirar nuevos aires, más puros y mejores, que oxigenen la sangre social del grupo humano, en busca, siempre, de mejores condiciones de existencia. Para ello, la democracia prevé que cada cierto tiempo se produzcan elecciones; es decir, señala fechas que permitan la permanente discusión política, pero ampliada en esa época, sostenida y con mayor profundidad, de las diferentes propuestas políticas elaboradas por algunas personas como posibles soluciones a los problemas surgidos en el último tiempo, o que muestren las posibilidades de una renovación capaz de transformar su estructura, con el objetivo de garantizar el bien común, en el cual todos tengan sus derechos garantizados, de manera que no surjan muchos conflictos.

Esas épocas electorales, desgraciadamente, también despiertan los apetitos de poder y otras pasiones en algunas personas, incapaces de comprender que democracia es fundamentalmente una forma de vida, y no una postura simplemente ideológica, teórica, de equilibrio de poderes, en la cual, el ciudadano vota por éste o por aquél. Si se la concibe de esta última manera, se considera que todo está permitido para conseguir o mantener el uso del poder del Estado en sus manos y, claro, surge la manipulación, la guerra sucia, el insulto, etc., como medio político para desprestigiar al contrincante.

Si se la vive, si se la practica como forma de encarar la existencia, se tendrá en cuenta a la ética y a los valores que la alimentan; entonces, no todo está permitido, y el líder presenta propuestas poniendo énfasis en la bondad de sus ideas, sin preocuparse por difamar o insultar a nadie, pues está acostumbrado al equilibrio, al respeto a la dignidad ajena, a ver a todos como portadores de capacidades dignas de ser tenidas en cuenta. Desde luego que ese es el ideal, y en la contienda política el ser humano suele desbordarse; pero si está regido por valores, la tensión que la ética y el interés producen en su ser ha de tener límites que lo controlen inconscientemente.

En la época electoral se ha de revisar cuánto se ha hecho para solucionar las necesidades más urgentes que confronta el ser humano, los ideales que la sociedad tiene para realizarse como grupo. Etc. Dentro de esto último el tema del mar; la necesidad de un puerto para relacionarnos con el resto del mundo, tanto económica como socialmente es uno de los temas centrales de nuestro país; y, claro, con los últimos acontecimientos producidos entre Chile y el Perú, a raíz del fallo de la Corte Internacional de Justicia, nos muestran nuevos caminos para buscar soluciones a ese centenario problema. En eso se tiene que estudiar los caminos que mejor nos conduzcan a conseguir ese objetivo. ¿Seguiremos con la misma estrategia al hablar con Chile y enredarnos en sus falsas promesas? ¿Integraremos al Perú en las conversaciones? ¿Con qué argumentos? ¿Cómo podremos utilizar la fracasada conversación de Charaña, tomada como antecedente del litigio peruano-chileno, en nuestra estrategia internacional? ¿Nuestros embajadores están actualmente capacitados para difundir adecuadamente nuestra política marítima, de manea que se despierte simpatía por nuestra causa?

Esas y otras preguntas van a ser tenidas en cuenta en la contienda electoral que se avecina; y todos tenemos que actuar con patriotismo y ecuanimidad, sin dejarnos llevar por las pasiones del momento electoral; o, en su caso, no hablar de este tema sino tangencialmente, para no perjudicar al país.

TITULARES

Usurpado el 7 de octubre de 1970, por defender
la libertad y la justicia.
Reinició sus ediciones el primero de septiembre de 1971.

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