Buscando la verdad
Si alguien me lo hubiera contado tal vez no lo hubiera creído. Sin embargo, fui testigo de ello y doy fe que nadie lo hizo obligado sino voluntariamente. Como muy pocas veces en muchos años vi una respuesta casi perfecta a la convocatoria de una entidad pública a notorios representantes de prestigiosas entidades del país. Todos se esforzaron por estar puntuales. ¡El reloj de la “hora boliviana” no funcionó ese día! Reinaba tal ambiente tal paz y armonía que hasta parecía ser época de Navidad, pero no, era el viernes 24 de enero de 2014.
Muchos hicieron el esfuerzo de venir desde otros departamentos: altos dirigentes empresariales, autoridades de las Fuerzas Armadas, exportadores e importadores. El local reunió a bolivianos y a extranjeros que aportan a Bolivia con su importante trabajo. No vi discriminación alguna. Había varones de traje y corbata, y mujeres con traje de gala, pero también quienes vestían traje casual, y nadie se incomodaba. Casi era un día de fiesta en la cálida tierra de Santa Cruz de la Sierra.
Un periodista amigo me preguntó si aquello no obedecería a un cálculo político en función de las elecciones de octubre a lo que respondí que no, siendo que casi todos los concurrentes representaban a empresas invitadas para recibir un galardón por su performance comercial sin tacha durante la gestión 2013 así como también, a diferentes instituciones que coadyuvaron a la labor de la entidad organizadora: la Aduana Nacional de Bolivia (ANB).
¡Cuánto me regocijé al escuchar a la Presidenta de la ANB, Lic. Marlene Ardaya, informar al auditorio que el Instituto Boliviano de Comercio Exterior le había propuesto hace cuatro años “una sinergia público-privada que no entendíamos”, pero que el tiempo dio cuenta de la buena fe.
Viendo la entrega de sendas plaquetas a los convocados, recordé que el 2011 una media docena de entidades del sector privado se habían jugado públicamente en La Paz, concediendo reconocimientos a la entonces flamante Presidenta de la ANB, alentándola a no desmayar y seguir adelante. El 2014, el Estado -a través de la Aduana- devolvió gentilezas con distinciones por un número muchísimo mayor: la siembra de la semilla de la confianza rindió el fruto esperado.
Es cierto que si bien se ha avanzado mucho y que resta aún bastante por hacer, para que nuestra Aduana sea lo que todos quisiéramos, pero ¿no sería bueno que otras entidades del Estado imiten esta sinergia público-privada? Para ello se precisa dos cosas: buena voluntad y confianza.
El autor es Economista, Magíster en Comercio Internacional.
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