A lo largo de varias notas he tocado este asunto de vital interés para el país, a continuación algunas conclusiones en torno a ellas.
Los ejemplos de los cursos de agua a cuyas orillas se han establecido las principales ciudades del país son una muestra palpable de este terrible mal. El costo para reparar este daño asciende a cifras cuantiosas; noticias recientes señalan que la recuperación del río Rocha demandará una inversión de US$ 88 millones (El DIARIO, 19/1/2014).
La contaminación por la explotación minera tiene notorias muestras del daño que se hace al medio ambiente con Sayaquira, las minas de Potosí en Pailaviri, San Antonio, el cerro Rico, los daños al Pilcomayo y Oruro con Huanuni, Pulacayo y otras, así como la explotación irracional del oro en los cursos de las cuencas del Beni y el Iténez que generan pasivos ambientales cuantiosos.
La deforestación anual que arrasa con miles de Has cada año, genera humaredas que contaminan las capitales del oriente boliviano y provocan graves daños a la salud de la población.
A todo lo anterior hay que añadir el uso residual del agua para regar cultivos, particularmente hortalizas, según estudio del GTZ, Programa de Desarrollo Agropecuario Sustentable (Proagro), el cual ha identificado 105 centros poblados de 98 municipios del país. Este uso implica “impactos significativos sobre la salud humana, tanto de los agricultores usuarios de este tipo de aguas, como de los consumidores de productos cultivados con ellas”.
Son 5.700 hectáreas bajo riego con agua residual sin tratar, principalmente en los valles cochabambinos y en el municipio de Mecapaca, vecino a la ciudad de La Paz. Aguas contaminadas con arsénico, cromo, cobre y otros elementos tóxicos, además de microorganismos como la scherichia coli o la salmonella. Sustancias y microorganismos extremadamente peligrosos para los habitantes de estas dos grandes capitales.
El estudio propone “minimizar estos impactos con la implementación de plantas de tratamiento de aguas residuales (PTAR), métodos de aplicación de riego, restricción de cultivos, manejo de alimentos regados con residuales domésticas tratadas y aplicación de inmunizaciones en algunos casos”.
Según el informe: El Plan Sectorial de Desarrollo de Saneamiento Básico 2011-2015 indica que “la escasez de agua para riego y la carencia de PTAR provocarían la intensificación del uso de aguas servidas altamente contaminadas y sin ningún tipo de tratamiento”.
Lo anterior amerita programas serios y coherentes de parte del Ministerio de Medio y Agua -una acción es el programa mediante la cooperación triangular conjunta con Alemania y México-. Deben articularse acciones con las gobernaciones y municipios involucrados.
Si no se avanza con educación hacia la población y acciones efectivas de los mecanismos públicos mencionados, el trillado discurso de la defensa y culto a la Madre Tierra (Pachamama) es de meras poses demagógicas y vacías, aunque estén establecidas por ley.
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