[Armando Mariaca]

El arte de la política y los partidos políticos


Las experiencias del país en los campos de la política partidista son múltiples porque así lo han demostrado los diferentes procesos electorales que se han vivido y que fueron muestra de posturas, posiciones, criterios, ideas, conceptos, etc. de quienes conformaban partidos políticos. Pocas, muy pocas veces, algún partido ha considerado que el ejercicio de la política es un derecho inalienable del ser humano; que entre los derechos civiles de las personas emergen con claridad meridiana los derechos políticos de participación que son el derecho al voto, el derecho de asociación en partidos políticos con miras a influir y determinar las políticas del Estado que deben cumplir los gobiernos, y el derecho de acceder a la función pública.

Muchas veces, ocurre que los partidos políticos asumen posiciones totalitarias y hasta dictatoriales sin comprender que la política es una ciencia o un arte para acceder al gobierno y, mucho más, para manejar los destinos del Estado con políticas, programas, acuerdos, intenciones, conocimientos y valores que estén enmarcados en una conciencia de país muy clara y una vocación de servicio a las causas del pueblo que, en síntesis, es el país mismo en sus derechos y obligaciones.

En cada proceso pre-electoral surgen dos corrientes político-partidistas: las que resurgen o reviven luego de largos períodos de ausencia o las nuevas corrientes -algunas basadas en doctrinas o ideologías obsoletas- y grupos con ideas de cambios irrealizables o que, como en el pasado, resultan simples enunciados o experimentos que no cambian lo que debería cambiar ni renuevan ideología alguna o propuestas imposibles y resultan, en los hechos, simples planteamientos demagógicos y populistas.

Por principio, los partidos políticos deben ser en todo ordenamiento constitucional democrático asociaciones que ejerzan en forma eficaz y satisfactoria la representación de los intereses del pueblo; no deben ni pueden ser reductos de luchas personales o de grupos que buscan hacerse del poder por el poder mismo y como medio de manejos subalternos. Por todo ello, es importante respetar la libertad de cada persona y actuar de consuno con ella. A propósito, el filósofo John Locke dijo: “La libertad política es la condición de no estar sometido a la voluntad inconstante, incierta, desconocida y arbitraria de otro hombre”.

Si nos atenemos a los conceptos de lo que es la política partidista, encontraremos que en nuestro país no es aquella que haga uso de la libertad de sus miembros; al contrario, es impositiva, arbitraria y hasta dictatorial porque, se dice, “el partido ha decidido u observado o resuelto unilateralmente”. De este modo, el partido pierde la condición de representatividad del pueblo al que pertenecen sus mismos miembros o militantes.

Así, especialmente en los últimos años, se observa en la conducta de los partidos políticos de oposición que sólo critican al gobierno, su accionar, las políticas, los hechos negativos, el dispendio de dinero que hace, las arbitrariedades que comete y los rumbos equivocados que da muchas veces a sus propios programas o lineamientos. No hay, pues, en la oposición, políticas o acciones propositivas, constructivas, actitudes que muestren los yerros pero, con honestidad, señalen los remedios y caminos de enmienda que deben seguirse. Creen los partidos de oposición que atacando ganan y aseguran votos en procesos electorales; pero, en realidad, lo que hacen es actuar desunidos, en conglomerados diferentes, con posiciones e intenciones diversas, con actitudes de crítica y sin ver lo que compete al país. Creen, equivocadamente, que siendo propositivos se beneficiará el gobierno y no el Estado.

Los partidos políticos actuales viven situaciones de división y han llegado al extremo, como ultimo ejemplo, de peleas y desacuerdos en cuestiones que eran de su competencia, como ganar una situación en el Senado y, con esa actitud, dejaron expedito el camino para el oficialismo que, una vez más, por la división en la oposición, gana un espacio más de poder.

Finalmente, el pueblo -cuya representación se entiende que ejercen los partidos políticos- comprueba sólo división en el panorama opositor y, por el contrario, mayor unidad en el partido de gobierno que sabe aprovechar las debilidades de quienes se encuentran en el llano. Creen los opositores que los remedios que necesita el país deben guardarse para cuando sean gobierno y no piensan, ni lejanamente, que podría ocurrir que nunca sean gobierno y, con ello, entierran buenas ideas y propósitos que hoy abrigan.

Falta mucho tiempo para las elecciones y los partidos políticos tendrán que “poner en remojo” sus intenciones y sus conciencias para ver caminos de unidad desterrando soberbias, falsos orgullos, fatuidades y fantasías que nada bien les hace y menos agradan a la ciudadanía; de otro modo, son sus actitudes y división lo que resulta el mejor medio para asegurar el triunfo del partido de gobierno que pretende ser re-reelegido.

TITULARES

Usurpado el 7 de octubre de 1970, por defender
la libertad y la justicia.
Reinició sus ediciones el primero de septiembre de 1971.

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