Emblemas de la historia de Bolivia

Sin el registro de la Historia, actualmente serían ignorados acontecimientos que constituyen nuestra referencia histórica y nacional. Por ejemplo, la figura de Túpac Katari habría quedado relegada sin los diarios escritos del asedio a la ciudad de La Paz, en el año 1781.

Fueron precisamente las autoridades coloniales de entonces: Sebastián Segurola, Francisco Tadeo Diez de Medina, capitán Ledo y Castañeda, entre otros, quienes escribieron según su punto de vista los sucesos que concluyeron con el descuartizamiento del líder indígena, hoy símbolo indigenista y también de la modernidad: Túpac Katari.

Los emblemas nacionales, constituyen parte indivisible de nuestra Historia; por lo tanto, son intocables y sobreviven, década tras década, siglo tras siglo, a las sociedades que se cuentan por generación. Son inmortales.

Tienen profundas raíces en Tiwanaku, la Colonia, la República y lo mismo ocurre en esta etapa del desarrollo nacional. El civismo exige el respeto a la Bandera Rojo, Amarillo y Verde, del Escudo tricolor, cuyo espíritu está presente en el Cerro de Potosí.

Nuestros emblemas, requieren el respeto de las autoridades que ocasionalmente ocupan cargos de primer orden. Es inconcebible, por ejemplo, que desde la gobernación del departamento hayan planes destinados a cambiar el Escudo de Armas de La Paz, con la mediocre excusa de que tiene un yelmo hispano; que se pretenda cambiar el nombre de la Plaza Murillo porque este revolucionario y patriota intervino en la defensa de la ciudad de La Paz en 1781, olvidando que en 1809, encabezó el movimiento independentista contra la corona Española.

¿Sería justo que, en años más, cuando posiblemente haya un cambio de gobierno, se le ocurra a alguien derribar el satélite Túpac Katari, porque representaría hipotéticamente una imagen que no está de acuerdo con su ideología? ¡Absurdo de los absurdos!

Tenemos emblemas que, pese a ser más que centenarios; que vienen escribiendo y testimoniando los acontecimientos nacionales desde abril de 1905 a la fecha, sean blanco de ultraje, de revancha.

Concretamente, EL DIARIO, es un emblema nacional, cuyas páginas, desde su fundación a nuestros días, guardan celosas la memoria de generaciones pasadas y que en el presente, con todo patriotismo, junto a otras expresiones de justicia e imparcialidad, no cejan en la pretensión de continuar siendo Historia; escribiendo nuestra Historia.

Sin nuestros símbolos nacionales, departamentales, regionales y hasta de los rincones más apartados del territorio patrio, no habrá identidad ni el sentimiento que todo lo sacrifica por el bienestar común. Honremos nuestros emblemas para honrar nuestra propia vida y descendencia.

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