Marcelo Valero Alanes
Con esta frase se refería al país el Ministro de Relaciones Exteriores de Chile (en alusión a Jamaica), después de conocer el fallo del tribunal de La Haya, cuando se le preguntó sobre la posición a tomar con respecto al tema marítimo que su país tiene pendiente con Bolivia y dio a entender que no habrá ningún tipo de cesión territorial a nuestro favor. Dicha declaración me hace comprender que es el momento oportuno no de tejer más relaciones comerciales con Chile, sino de replegar nuestro comercio con el vecino, ya que no hubo, no hay y no habrá voluntad de solucionar el problema de nuestro enclaustramiento, ya que aunque mencionan el uso irrestricto de sus puertos en los términos del Tratado de 1904, esto no sucede en la realidad, por los últimos sucesos conocidos sobre mal servicio y huelgas de los trabajadores del puerto, que están impidiendo el libre tránsito y comercio.
Chile incumple el tratado, pues los puertos se encuentran privatizados hace años, así que no hay garantías para el comercio, dato que debía ser incluido en la demanda boliviana ante La Haya. Además la izquierda chilena actuará con la misma doctrina de Diego Portales, en sentido de “no soltar el Morro” (el peñón de Arica) y la misma política de Estado de no entregar ni un metro de territorio, así que no esperemos ninguna solución de la próxima Presidenta chilena, a no ser los consabidos discursos, lisonjas y aplausos que escuchamos en su anterior gestión.
Estoy seguro de que si se retira de circulación del norte chileno los más de $US 1.000 MM (estimación baja) de comercio a y desde ultramar, su pueblo nortino sentirá la necesidad de acercarse a Bolivia en términos de la diplomacia del Siglo XXI, pero paralelamente a eso necesitamos más que nunca el acercamiento estratégico con Perú, sobre la base de acuerdos de complementariedad energética, alimentaria y de transporte, a través del potenciamiento del puerto de Ilo, que gentilmente Perú cedió para el comercio boliviano. Ese espacio demanda una inversión multimillonaria para construir un puerto de carga y descarga para reconducir el comercio exterior por un puerto moderno que nos devuelva la cualidad marítima.
Este es el momento de instalar el pensamiento estratégico por encima del ideológico y construir un mundo nuevo basado en los intentos de instalar una unión entre Perú y Bolivia, mediante una nueva Confederación ajustada a los nuevos patrones sociales, económicos y tecnológicos de este siglo. Urge más que nunca, como una necesidad surgida de este momento, erigir una nueva realidad política que se sobreponga a los vaivenes políticos de ambos países y se piense en gigante, pues veo que existen más raíces comunes que diferencias entre ambos.
Si Argentina también se une a este nuevo proyecto geopolítico, sería la alianza más formidable de todos los tiempos, que uniría dos océanos, reuniría todos los pisos ecológicos y los yacimientos minerales e hidrocarburíferos más ricos del continente, aislando a Chile del contexto del Cono Sur y formando un muro de contención al sub imperialismo brasileño que amenaza con tragar todo a su paso: biodiversidad amazónica, etnias, recursos.
La posición de Bolivia en el continente, más que de cuña tiene que servir de articulador energético del continente para que los hidrocarburos y otras fuentes de energía dinamicen la economía nuestra y de nuestros aliados, abaraten costos de producción y transporte, produciendo un bienestar general para todos los pueblos. Juntos seríamos una Confederación que una fortalezas y disminuya las debilidades de las partes para enfrentar las dificultades y amenazas de este siglo.
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