Para quienes dirigen el negocio de las drogas alucinógenas, la tenencia de poder político, económico y social es imprescindible porque todo ello asegura el crecimiento de su letal negocio. Por consiguiente, el tema político especialmente, en todos los países del mundo ha sido y es vital para el afianzamiento de los múltiples negocios que seguramente manejan los directivos de las drogas.
Muchas veces, todo proceso pre-electoral y electoral ha sido campo propicio para conquistar y asegurar poder tanto en los países ricos y desarrollados como en los pobres y subdesarrollados. Para los empresarios de las drogas es siempre válido el dicho de Napoleón Bonaparte: “No hay hombre que no se venda, sólo hay que saber su precio” y muchas veces el precio no siempre es pecuniario ni de situaciones expectables ni posiciones políticas o empresariales ni ninguna situación que implique poder sino que ese precio incluye la seguridad personal y de la familia.
Quienes manejan los turbios negocios de las drogas buscan permanentemente cómplices que respalden directamente o no sus operaciones, quienes resguarden sus negocios y quienes mantengan inalterables la “honorabilidad” de los llamados “capos” o “jefes o amos de los carteles”. Por supuesto, ese mismo poder asegura la permanencia de sus secuaces en cargos o puestos legales porque de la estabilidad laboral de sus dependientes depende su propio poder y agrandamiento de sus negocios.
Quienes se dedican al negocio de las drogas se aseguran tener personal que los sirva incondicionalmente; contar con servicios que sirvan en “lugares puente” para el paso de las drogas; los empresarios de las armas directamente o no, son considerados serios aliados y, por supuesto, la corrupción imperante en cualquier situación de poder, también cae muchas veces en las garras de la tenebrosa organización; por todo ello, asegurarse cómplices es labor importante que se imponen los “carteles” de las drogas porque de ello depende la expansión de sus negocios que les irrogan millonarias fortunas que son legalizadas o “lavadas” mediante la consumación de negocios lícitos.
Es importante que todas las instituciones, sean políticas, económicas o sociales, sospechen de toda acción u oferta que implique caer en manos del negocio de las drogas, porque inclusive hay casos en los que están al servicio de este negocio sin saberlo, sin saber de dónde provienen los dineros que gastan, de las influencias que se muestra en todos los niveles. Caer consciente, honesta y responsablemente en la ilegal actividad podría considerarse imposible porque se entiende que los valores y principios se sobreponen a cualquier tentación y, en algunos casos, a presiones chantajistas.
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