Los griegos de la antigua Hélade fueron los creadores y promotores de casi todas las ciencias y artes, entre éstas la política; y los romanos que construyeron uno de los imperios más grandes de la historia, unos extraordinarios prácticos que con un poderoso aparato militar profesionalizado en la táctica y estrategia, y el derecho como medio de ordenación social, además, por supuesto, de otras medidas, conquistaron buena parte del mundo conocido en ese tiempo.
Para gobernar sobre las muchedumbres, patentaron la frase “panis et circus”, es decir que al pueblo hay que darle pan y circo, alimentarlo y distraerlo para que esté contento. Para ello edificaron los circos romanos, donde los espectáculos de diverso orden hacían delirar al pueblo, con carreras de carros tirados por caballos, combates de gladiadores con fieras, o entre ellos, etc., hasta llegar al espectáculo más cruel, como fue echar a los cristianos a las fieras para que sean devorados.
Esa política de “pan y circo” para el pueblo es precisamente una de las características de los regímenes populistas, que sin planes ni programas buscan desde el gobierno dar contento a los grupos sociales y al pueblo diversión, no importa el costo, lo importante es el resultado, que no es otro que el de distraerlo con “shows” y una millonaria propaganda.
El régimen de gobierno del MAS anualmente gasta millones de dólares en subvencionar la harina y gasolina, la primera para dar pan con precio reducido y la segunda al transporte y otras demandas de energía también con precio subvencionado, de manera que el pueblo esté contento, cuando en verdad el que paga el costo de las subvenciones es el mismo pueblo, pues los recursos son públicos, pero se logra el efecto populista, es decir el contento popular.
En cuanto al circo, éste tiene otras dimensiones, pues es el “nervio motor” de las políticas de gobierno y para ello cuenta con todo un aparato y recursos que lo hacen posible. En los últimos tiempos hemos sido “bombardeados” con la propaganda oficial en los medios, en especial televisivos, sobre el teleférico que se instala en la ciudad de La Paz, el mismo que pese a su elevado costo sólo servirá para un 6% de la demanda de transporte, en especial para la gente que se traslada de El Alto a la sede de gobierno. El satélite de fabricación china, según entendidos en la materia, tendrá escaso retorno de la cuantiosa inversión y atenderá a una reducida demanda de servicio, pues la gente que se comunica con el exterior es reducida, pues no olvidemos que según el último censo de población, los bolivianos estamos estancados desde hace más de 10 años en crecimiento poblacional.
El Dakar fue otra de las políticas circenses, pues con el argumento de hacer conocer al país en el mundo, se invirtió millones de dólares, para que en 48 horas pasen por nuestro territorio 100 competidores en motocicletas y cuadratracks, que seguramente con tres asistentes cada uno llegaron a 400 personas que vinieron del exterior, y más unos cien periodistas, el dinero que dejaron fue, según entendidos, reducido, más fue el desplazamiento interno de gente de Potosí y otros departamentos que fueron a ver el paso raudo de los competidores.
Pero algunos personeros de gobierno hablaron de millonarios recursos que habrían dejado los turistas. Otros “shows” los dejamos a la memoria del amable lector.
Otras de las políticas del Imperio romano fue “Dividere et imperare”, es decir divide e impera o gobierna, la misma que es aplicada por el gobierno del MAS que ha dividido e intervenido en casi todas las organizaciones sociales, de todo carácter y actividad que pudieren serle incómodas por sus opiniones o actividades que no sean ajustadas a las del régimen. En especial las organizaciones indígenas y campesinas han sido divididas e intervenidas, pues no faltan algunos individuos que por intereses personales, de grupo político o prebenda, se prestan a dividir a las instituciones, para debilitarlas y ponerlas al servicio de los intereses del poder político. Así Conamaq y las organizaciones indígenas de tierras bajas han sido divididas, otras del altiplano y las ciudades, y hasta la Fejuve paceña tiene un grupo que responde al Gobierno.
Esta política de dividir y enfrentar a la ciudadanía organizada es contraria al criterio democrático que busca la paz social con respeto a todas las opiniones, así sean contrarias o críticas a las políticas de los coyunturales administradores del Estado. La última división e intervención fue a la organización que defiende los derechos humanos (APDHB) de la ciudad de La Paz, para anular todo reclamo o protesta por los atropellos del poder político a los derechos humanos. La política de acallar a todos es de los autoritarios, nunca de los demócratas.
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