Google ofrece numerosos productos y servicios gratuitos, por lo menos en una primera etapa, posteriormente se integran en un ecosistema que solicita un pago para avanzar u obtener nuevas características. En él, las marcas pagan su dinero por introducir publicidad y los usuarios pagan con el tiempo que dedican a ver esa publicidad durante su navegación. Además, tanto unos como otros cedemos información a Google que utiliza tanto en publicidad como en el desarrollo de nuevos productos y servicios.
Con este modelo de negocio, es comprensible que trate de mantener controlada cualquier actividad publicitaria que tenga que ver con alguno de los productos de la compañía. En este caso, el centro de descargas de extensiones para el navegador web Chrome ha visto como dos apps con creciente popularidad han desaparecido. El motivo no es otro que la introducción de publicidad no deseada en el navegador del usuario.
El primero de los plugins eliminados es AddtoFeedly, que permitía añadir automáticamente un sitio de noticias a Feedly, la popular aplicación web de agregador de noticias. El otro se llama Tweet this page y hacía exactamente eso, enviar un tweet con la dirección abierta actualmente en el navegador con sólo pulsar un botón.
El creador de una de las extensiones excluidas, AmitAgarwal, asegura que se arrepiente de haber vendido la pequeña aplicación hace meses. Al parecer, un mes después de completar la operación, comprobó que los compradores habían publicado una actualización. La nueva versión no aportaba nada sobre las anteriores, al menos al usuario. A los propietarios les debía reportar interesantes beneficios por servir como caballo de Troya para introducir publicidad no deseada en el navegador del usuario.
El problema iba más allá de que la extensión, que ha sido calificada como adware por varios medios, incluyese publicidad en cada página visitada por el usuario. Además, reemplazaba los enlaces de la página visitada por enlaces publicitarios sin que el usuario fuese consciente de ello. Es decir, que se trata de malware en toda regla, software maligno.
De manera predeterminada la extensión activa esta función, que puede ser desactivada en el panel de configuración o, simplemente, desinstalando esta. Sin embargo, pone de relieve algo que es evidente, pero cada vez resulta más difícil de recordar: nada es gratis, tampoco en Internet.
Desde los modelos más transparentes, en los que el usuario “paga” con su tiempo al ver la publicidad insertada en una web, hasta los servicios más dudosos, que extraen, procesan y analizan nuestros datos para que las compañías sepan qué deben vendernos, si deben contratarnos o, en particular en EEUU, si tenemos que ser espiados.
Sin duda es una buena noticia que Google esté controlando que este tipo de extensiones no pongan en peligro al usuario y, por supuesto, a la compañía de Mountain View le interesa que Chrome sea el navegador más seguro y útil para navegar para seguir aumentando su cuota de mercado. Pero en este caso, además del genuino interés por proteger a sus usuarios, hay un interés –completamente legítimo– en mantener alejada cualquier publicidad que no deje reporte un ingreso a su cuenta.
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