Desde siempre, la basura en todos los centros poblados del planeta ha sido un problema crucial difícil de solucionar. Los países más avanzados han logrado remediar el caso mediante la industrialización y el reciclaje. Se ha invertido importantes sumas de dinero, alta tecnología que ha redundado en la mejor calidad de vida de la población y, además, ha implicado ser un buen negocio porque la proliferación de este tipo de industrias ha permitido que hasta pueblos pequeños cuenten con plantas que liberaban a extensas zonas de tierra de ser cavadas para recibir la basura.
En nuestro país el problema es crucial para todas las ciudades, no sólo por las extensas aéreas que ocupa el entierro de millones de toneladas, sino por sus efectos contaminantes del medio ambiente y por el envenenamiento de tierras aptas para los cultivos, puesto que esa basura en descomposición, con la presencia de aguas subterráneas inunda áreas que pueden servir a la agricultura.
Vivimos un tiempo en el que se hace ostentación de los éxitos financieros del país por efecto de los precios internacionales para el gas, los minerales y pocas materias primas que exportamos; ello redunda en que se cuente con dinero inclusive para acrecentar las reservas monetarias. Por otro lado, se hace gastos ostentosos y en cuestiones que poco o nada tienen que ver con las urgencias del país.
El Gobierno habla mucho de la necesidad de abrir industrias para crear riqueza y contar con más puestos de empleo. Instalar industrias para convertir a la basura en abonos y otros elementos necesarios para la agricultura, se ha convertido en una necesidad porque con campañas especiales y sistemáticas se puede educar a los pueblos para que reúna la basura en recipientes especiales, pero separada de los residuos alimenticios y otras materias orgánicas; plásticos, vidrios, papeles y otros pueden ser reciclados. Esas campañas ayudarían grandemente a la educación y formación de la población, para que sea ella la que cuide el medio ambiente y se acostumbre a todos los habitantes a vivir conforme a normas higiénicas y sanitarias que cooperen a las campañas que buscan combatir enfermedades y causan daños de consideración a la naturaleza.
Hay que convenir en que los depósitos de basura, debido a la descomposición, se convierten en semilleros de enfermedades, son cubículos en los que viven ratones y ratas portadores de muchas enfermedades y son un peligro especialmente para los niños, puesto que las ratas cuando salen a los descampados no vacilan en morder a quienes encuentran a su paso. El Gobierno debería licitar la instalación de industrias para la basura y dar las facilidades necesarias para quienes las diseminen en todo el país. Todo ello acarrearía grandes beneficios y liberaría de males y enfermedades que hoy asuelan muchos sitios.
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