Después de una creciente expectativa que se prolongó por varios años, finalmente la Corte Internacional de Justicia de La Haya emitió su fallo definitivo acerca del litigio que originó una demanda de Perú sobre una superficie marítima. De inmediato el asunto empezó a ser objeto de análisis, comentarios y versiones de diverso tipo, sin que hasta el momento se encuentre una aclaración total de la resolución del mencionado tribunal internacional.
En este asunto de La Haya existen dos ángulos distintos, aunque relacionados. Por un lado está el tema que compete exclusivamente a Perú y Chile y, por otro, la relación que tiene el fallo con Bolivia, asuntos que deben ser analizados cada uno por su lado, con serenidad, de tal forma que se pueda ver hasta qué punto esa decisión beneficia o perjudica a nuestro país que busca la solución para su enclaustramiento.
Según los análisis referidos al primer aspecto, ciertas opiniones aseguran que Perú obtuvo grandes beneficios, mientras otras afirman que fue Chile el país favorecido por la disposición de La Haya. Así mismo, se afirma que si bien Perú obtuvo un territorio a su favor de 50.000 kilómetros cuadrados, Chile fue beneficiado con una zona pesquera importante y con la consolidación de sus fronteras. Como ejemplo se señala que el asunto bilateral de Arica fue superado en definitiva.
Los detalles sobre los efectos del fallo entre Perú y Chile son, por supuesto, de su propia incumbencia. Sus analistas verán en el transcurso del tiempo hasta qué punto satisfacen sus intereses. Así mismo, aún el tiempo se encargará de descubrir diversos aspectos que implica la decisión del tribunal internacional.
Si bien por ese lado, el asunto es de exclusivo interés de las dos naciones vecinas, en Bolivia se ha empezado a considerar el tema con interés, pero sólo desde el punto de vista de los objetivos chilenos o peruanos, como si el tema fuese exclusivo de ellos y no hacen referencia a su relación con nuestro país. En efecto, muy pocas opiniones se han dejado escuchar acerca de si el fallo tiene o no tiene relación con las necesidades marítimas de Bolivia, actitud que sería una omisión de reducido sentido nacional.
En todo caso, los analistas bolivianos en general se encuentran empeñados en hacer conocer sus puntos de vista, aunque en algunos momentos se dejan llevar por sus sensaciones y emociones elementales, al extremo de que se apoyan sólo en titulares de prensa y, en muchos casos, sin conocer el texto de la resolución. Es lógico que opiniones precipitadas pudieran causar gran perjuicio y dificultades futuras ante cualquier negociación que se pueda plantear.
Esa precipitación sería, por tanto, errónea, que debería ser sustituida con estudio y conocimiento del asunto en profundidad, en todos sus ángulos y perspectivas, así como se debe tener un período de razonamiento lógico para llegar a conclusiones correctas, las que, al mismo tiempo, permitan plantear, en caso necesario, nuevos argumentos a favor de nuestra causa.
A una semana del anuncio de La Haya se ha escuchado, sin embargo, numerosas apreciaciones que no fueron producto de la respectiva tranquilidad y distancia que requiere el tema para ser expuestas, en particular en medios oficiales, aunque también de parte de personas que tienen relación con la difícil materia, aspectos importantes en circunstancias como la aludida.
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