Economía de palabras
Para efectos de las empresas transnacionales, se podría decir que una revolución es radical de veras cuando sus gobernantes se niegan a pagar indemnizaciones por las nacionalizaciones que hacen.
Cuba, por ejemplo, no quiso pagar indemnizaciones y ha ignorado a los tribunales internacionales que fallaron a favor de las empresas afectadas por los guerrilleros que bajaron de la Sierra Maestra hace 55 años. Y así le ha ido.
Si vamos a usar ese método de medición, Bolivia ha hecho varias revoluciones, pero ninguna de veras, todas de burlas.
Cuando se nacionalizó a la Standard Oíl of New Jersey, en 1937, había muchos motivos para negarse a pagar la indemnización. Al fin y al cabo la empresa había estado exportando petróleo de manera ilegal desde 1922. Y se había negado a proveer de gasolina a los pocos aviones de la FAB en la guerra del Chaco.
Se decretó la nacionalización pero luego se tuvo que pagar, unos 37 millones de dólares, que en esa época valían mucho más que ahora, para que Bolivia no quede como paria.
La revolución de 1952 también soñó con no pagar las indemnizaciones, pero los barones del estaño terminaron recibiendo todas sus compensaciones, millonarias compensaciones.
En 1969, los revolucionarios más selectos de Bolivia optaron por nacionalizar la Gulf Oíl. El país tuvo que pagar unos 160 millones como indemnización a pesar de todos los argumentos en contra de la empresa, que eran menores a los que don Carlos Montenegro había esgrimido contra la Standard Oíl.
Y ahora llega esta revolución, a la que, por alguna razón, quizá en un arrebato de honestidad, sus conductores prefieren llamar solamente “proceso de cambio”. Está pagando indemnizaciones o “resarcimientos”, como ofrece el vice.
Así surge la sospecha de que el lema con el que se maneja el actual gobierno es: “Yo le meto nomás y si los abogados no pueden arreglarlo, pues que paguen los bolivianos.”
Las empresas petroleras no exigen indemnización porque, al fin y al cabo, no fueron nacionalizadas. Excepto una, la Pan American Energy (PAE), que quiere cobrar 1.496 millones por las acciones que tenía en YPFB Chaco.
Esa deuda es la causa del enfriamiento de las relaciones entre Bolivia y Argentina, porque la PAE es de propiedad de unos amigos de la familia Kirchner que han ofrecido invertir el dinero boliviano en la Patagonia.
En estos días las facturas han comenzado a llegar. Alguien tiene que correr con la cuenta.
Ignorar a los tribunales internacionales no sirve de nada.
Vacaflor.obolog.com
Usurpado el 7 de octubre de 1970, por defender EL DIARIO |
Dirección:
Antonio Carrasco Guzmán
Jorge Carrasco Guzmán |
Rodrigo Ticona Espinoza |
"La prensa hace luz en las tinieblas |
Portada de HOY |
Caricatura |