A partir del nuevo sistema educativo (2013), no hay más reprobados o aplazados en Primaria y sólo pueden haberlos en Secundaria, lo que se complementa desde el presente año escolar con la “Evaluación Comunitaria”, de la cual depende la aprobación o reprobación. Es compuesta por estudiantes, padres de familia y profesores. No es necesario conocer la pedagogía a nivel internacional y comparativa para persuadirse que tan novísima forma de evaluación resulta un experimento inédito.
Si en el nivel primario fue abolido el rendimiento y aprovechamiento, ahora sucederá lo mismo a nivel de Secundaria, sin aplazados. Un simple razonamiento permite ver que estudiantes y padres de familia se inclinarán en cualquier circunstancia por la aprobación. Raros serán los progenitores que prefieran la repetición del curso si sus hijos no aprovecharon suficientemente. Casi todos se acogerán a las “dificultades” del estudiante, que como tabla de salvación contempla el sistema en cuestión.
Estamos ante dos contra uno, el maestro. Si se considera que los padres de familia, por constituir la comunidad, intervienen directamente en el proceso formativo y en esas circunstancias el profesor deviene en un dependiente de ese poder, no tendrá otro remedio que ceder para asegurar su continuidad y ahorrarse dificultades.
Otra novedad es que el alumno debe demostrar ser, saber, hacer y decidir para lograr su promoción al curso inmediato superior, parámetros copiados de una literatura de moda y harto ligera. El ser es el principio de identidad y obvio, por tanto. El saber sólo puede certificarlo el maestro. El hacer y el decidir tienen muchas formas y gradaciones y oscilan desde lo errático y lo acertado. Éstos dos requieren madurez y criterio no siempre presente en los estudiantes. Frente a este panorama los docentes reconocen que no están capacitados para calificar las “dimensiones” en cuestión.
Seguramente tanto como en el año lectivo anterior, el profesorado desconocía la nueva estructura curricular por lo que no la aplicó, salvo pocos preparados al efecto. Muchos temas de la reforma del currículo exigían una actualización, además de resultar insospechados por su direccionalidad ideológica. Estas dificultades las reconoce el propio Ministro de Educación. No obstante la autoridad subraya que las nuevas modalidades serán aplicadas este año en todos los ciclos y niveles.
Como cada Gobierno hace de la educación una especie de “conejillo de Indias” experimental, aunque sus cambios por lo general han sido sólo nominativos, sucede ahora que la “calificación comunitaria” se aplicará de 1 a 100 puntos. Diversas pruebas a nivel latinoamericano a cargo de organismos especializados determinan que el país se encuentra entre los más bajos niveles en materia educacional. Un medio de elevar esa situación debería establecer la aprobación de 65% a 70 % puntos como mínimo a fin de estimular la superación y el esfuerzo, pero la evaluación comunitaria igualará en la medianía al universo de estudiantes.
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