Aunque con mucha anticipación, políticos partidistas se aprestan a iniciar una campaña electoral que, hoy, la adelantó el partido oficial que es el MAS. De todos modos, la colectividad nacional, al igual que en otros procesos similares, espera conciencia y responsabilidad de las organizaciones partidistas en todos los emprendimientos que hagan para mostrar “virtudes y bondades” de sus propuestas y candidatos.
Vivir en democracia continua es bueno para el país, es constructivo y es, fundamentalmente, ideal para que la institucionalidad tenga plena vigencia. El derecho a la libre expresión, que es la síntesis del derecho a la libertad de pensamiento, permite que las expresiones, criterios, pensamientos, sentimientos e intenciones de los partidos políticos se trasunten en publicidad y propaganda de toda laya, pero siempre que se obre con responsabilidad porque no puede haber libertad de expresión sin que se asuma responsabilidad de todo lo que se hace y dice.
Hay que lamentar -como en muchos procesos electorales anteriores- que las sanas intenciones de los dirigentes de partido no siempre se traducen en el comportamiento de los militantes partidarios que no acatan las instrucciones de obrar en campos de respeto y consideración por la ciudadanía y que permiten que la “canalla” alojada en sus filas tergiverse, ensucie y haga propaganda sucia y contraria a los mismos principios que dicen tener los partidos a los que pertenecen.
La ciudadanía nacional, que es la llamada a votar en las urnas, conjuntamente el resto de la población que está integrada por los que no votan, por los que votan en blanco o anulan las papeletas o, en muchos casos que están enfermos o, finalmente, no desean votar, se ha sentido escandalizada ante el comportamiento de esa “canalla” partidista que hizo tabla rasa de paredes de edificios públicos y particulares, pintarreajeó hasta monumentos y no respetó el ornato público con tal de mostrar a sus candidatos, que, en el fondo de los resultados, se vieron perjudicados.
La publicidad y la propaganda electoral deben ser reflejo de las intenciones y propósitos de los candidatos; no tienen que ser, en modo alguno, muestra de lo que harían o serían en funciones que pudiesen asumir como resultado de las elecciones. Son los jefes de partidos políticos oficiales y de oposición los que deben instruir debidamente a sus correligionarios para que muestren conductas limpias, honestas y respetuosas en el curso de las campañas y durante el mismo proceso.
Es de esperar que alguna vez se entienda que la política debe ser servicio, entrega y respeto por quienes, se dice, se terciará en las elecciones y ello puede reflejarse en el comportamiento que se demuestre en la forma, contenidos y medios que sean usados para la publicidad y la propaganda.
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