Ni la clase política ni el oficialismo ni historiadores ni diplomáticos han reparado en la inexplicable ausencia de la Armada Boliviana en la comisión nacional que ventila en La Haya el problema marítimo con la República de Chile.
La Armada Boliviana fue creada en 1963, precisamente como símbolo y meta de que retornaremos a navegar en el océano Pacífico y sentar soberanía en las costas, arrebatadas en la injusta guerra de 1879.
Tal vez por una visión estrecha heredada del pasado y quizás en el presente, la influencia diplomática y política sea la causa de excluir a la Armada que precisamente como Institución debe ocupar con el máximo derecho un sitial, mientras dure el proceso que Bolivia sostiene en La Haya.
La ausencia de la Armada en tan importante evento rebela, por otra parte, la necesidad de establecer, de una vez por todas, una Política de Estado que sea el norte tanto en el interior del país, como en el concierto internacional, para que los reclamos diplomáticos sean valorados y tomados en cuenta para cualquier solución respecto al Pacífico.
La Armada Bolivia, estamos seguros, debe contar en sus filas con oficiales de gran experiencia en el tema marítimo: su aporte sería de considerable apoyo a la causa nacional en este momento en que La Haya muestra su imparcialidad y su lógica histórica, para resolver los problemas de la Guerra del Pacífico, emergentes desde el Siglo Diecinueve y principios del Veinte. El Gobierno y la Cancillería están obligados a reparar el error y convocar a la Institución que más sabe sobre el Pacífico.
Además, es necesario preparar ahora las condiciones físicas y documentales para una salida soberana al océano Atlántico, utilizando los ríos de navegación nacional y de curso internacional, que están al alcance de Bolivia. Nuestra bandera debe flamear en ambos océanos.
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