El inapelable fallo de la Corte Internacional de Justicia en la controversia Chile-Perú, que hoy inquieta la atención del Gobierno, políticos, cívicos y parlamentarios, al constituirse en tema de unión nacional, de acuerdo general, para satisfacción y complacencia de nuestra comunidad, afortunadamente cambia -aunque sea por unos días- la contienda y aversión diarias, por la unión y concordia nacional que el país requiere, ya que nuestra dignidad se encuentra por encima de cualquier interés sectario, es decir “cerrando filas” y haciendo un solo frente, encontrándonos más unidos que nunca.
Este hecho infelizmente reabre la herida aún no cicatrizada de la dramática pérdida del Departamento del Litoral, que nos priva hasta hoy de una salida soberana al océano Pacífico. Pero al mismo tiempo nos obliga a efectuar -a todos- una autocrítica para en principio admitir defectos pasados, errores y equívocos, a fin de enfrentarlos y, en consecuencia, no se sigan repitiendo, ya que nuestra Patria al presente aún es soberana con ubérrimas e inmensas riquezas y grandeza.
Que la oligarquía chilena asaltó nuestro litoral, lo sabemos todos, pero más cierto es que esa agresión fue permitida por la incapacidad política administrativa nuestra, al extremo de que el país no contaba siquiera con un puerto en su Litoral. Nuestras importaciones y exportaciones se realizaban a través de puertos peruanos, situación vergonzosa que se mantuvo hasta 1840, año del descubrimiento del guano, manteniéndose no obstante este abandono y desidia por 17 años, hasta el posterior descubrimiento del salitre en 1857 en el desierto de Atacama, zona en esta coyuntura ya de gran valor y alcance geoestratégico. Por eso no le fue difícil a nuestro oponente penetrar el Litoral boliviano y finalmente apoderarse de nuestras riquezas.
La posterior etapa de nuestra historia, hasta la arremetida chilena de 1879, deplorablemente está caracterizada por una sucesión de gobiernos irresponsables e irreflexivos, caracterizados por la inestabilidad política, y en cuanto a la diplomacia con la suscripción de protocolos y tratados lesivos a Bolivia.
Hoy es necesario exhortar al Gobierno que oriente sus políticas en consonancia con todos las factores nacionales de poder, resuelta definitivamente la seguridad de nuestras fronteras, elevando nuestra capacidad de respuesta al oponente; estableciendo entre otros aspectos, sistemas de monitoreo satelital a lo largo de nuestro territorio caracterizado por zonas abiertas y carencia total de obstáculos naturales.
Que las victorias “olvidadas” (al decir del escritor Roberto Querejazu Calvo) de la infantería del pueblo boliviano, en acciones victoriosas como “Canchas blancas” y “Tambillos”, protagonizadas por aymaras, quechuas y chapacos armados de warakas, así como del mismo héroe del Topáter, portando sus propias armas de caza y montando sus propios caballos, logren persuadirnos de que solamente el desarrollo de nuestro estado anímico, así como el cumplimiento voluntario de nuestros deberes y espíritu de sacrificio, nos impulsarán a conseguir los objetivos estratégicos nacionales, dejando de lado la política de genuflexión y la ineficaz diplomacia de nuestros gobiernos, haciendo eco de las palabras de nuestro patricio Gastón Velasco, en vida Presidente de Acción Marítima de la nación: “…volveremos al mar, por las mismas costas que nos arrebataron, no existe otra solución”.
El autor es abogado.
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