Javier Cabedo Figueredo
Desde hace años los gobiernos han favorecido la búsqueda de medios sostenibles. Encontrar alternativas eficientes es un valor cada vez más arraigado. El desarrollo de las energías renovables, combustibles “bio” o la utilización de materiales reciclados son algunas de las alternativas más recurrentes.
En la línea de estas soluciones aparecen los alimentos ecológicos. Su consumo ha crecido de manera significativa en la última década. Estos productos están asociados a una alimentación más nutritiva, que no daña el medioambiente, libre de tóxicos y pesticidas. Se los comercializa como bienes de una gran calidad que no tienen nada que ver con los alimentos convencionales. La cercanía entre la recolección y la llegada al usuario es incomparable. Al contrario que en las grandes plantaciones, la cadena de intermediarios es casi inexistente.
Pero un estudio de la Universidad de Stanford revela que los alimentos ecológicos no son más saludables ni tampoco tienen un contenido nutricional superior al de los productos convencionales. Estos alimentos están menos regulados por los controles sanitarios y reciben la misma cantidad de productos químicos que cualquier otro. Esta afirmación no es nueva.
En el año 2009 la Agencia de Estándares Alimenticios (FSA) del Reino Unido, publicó otro estudio en el que tampoco se encontraron diferencias en los niveles nutritivos de la fruta y verdura de producción ecológica. Gracias a la concepción sana que genera este sector alimentario muchas empresas han aprovechado para vender productos convencionales bajo el nombre de ecológico. El coste de estos alimentos es cuatro veces superior al del resto de productos. Un precio tan elevado restringe el acceso diario a gran parte de los compradores. En España sólo se consume un 10% de la producción ecológica. El resto de la producción se exporta a otros países, lo que supone un nivel de intermediarios similar al de los productos convencionales.
Hasta el momento no se ha podido encontrar ninguna evidencia científica que demuestre que las personas alimentadas con este tipo de productos tengan una salud mejor. José Miguel Mulet, Doctor en química y profesor de biotecnología de la Universidad Politécnica de Valencia, sostiene que la proporción de alarmas alimentarias en el sector ecológico es superior a las del sector convencional. Según Mulet una parte de esta situación radica en que la normativa europea tiene poco de científico y mucho de ideológico.
El autor es periodista.
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