Sergio Antezana presentará su cuarto álbum en Palacio Chico

ISRAEL BADANI (IB).- ¿POR QUÉ TU APELLIDO EN EL NOMBRE DEL DISCO?

Sergio Antezana (SA).- Para mí era un rollo de identidad hacia lo que venía haciendo. Mucha gente no ubicaba mi música o no ubicaba que durante un tiempo en mi vida, más o menos larga, yo he hecho rock. Entonces, era sentar una identidad el ponerle mi apellido a este disco, aunque no se parezca en nada a mis otros discos. Mucha gente que conoce mi vida pública, más o menos, debe pensar que yo empecé haciendo trova, música latinoamericana o folklore, digamos, pero en realidad yo empecé haciendo rock. Comencé tocando en una banda en la que hacíamos Queen, Led Zeppelin; luego Nirvana, Pearl Jam. Una buena parte de mi vida hice rock. Ahora, con el nuevo disco, algunos, viejos y buenos amigos, me dicen, “qué bien que has vuelto al lado oscuro” (ríe).

IB.- ¿PODEMOS HABLAR DE UN CAMBIO DE GÉNERO EN LA CARRERA DE SERGIO ANTEZANA?

SA.- Yo creo que sí hay un cambio de género en el sentido de que todo el disco está pensado como un disco de rock, a diferencia del disco “Caligramas” que todavía tiene un poco de todo y los dos primeros que son totalmente acústicos. Cuando grabé el “Caligramas” necesitaba mucha gente para tocarlo en vivo; hay percusión bombo y demás. Casi nunca pude tocarlo en vivo tal y como está en el disco.

IB.- ¿POR QUÉ EL CAMBIO ANTERIOR, DEL ROCK HACIA LA MÚSICA DE CANTAUTOR?

SA.- Yo creo que era importante para mí comenzar a explorar otras cosas. Me pasó muy paulatinamente, casi diría de forma inadvertida. En las guitarreadas los amigos tocaban mucho Savia Nueva. Comencé a escuchar esa música. Los amigos me pasaban casetes, luego llega Victor Jara… en mi casa siempre se escuchó Silvio. También tuvo que ver que la banda con la que hacía rock alternativo se separó. Entonces fue como buscar mi música, y comencé a tocar Savia Nueva. En mis primeras presentaciones como solista yo hacía esta música.

IB.- PERO YA TENÍAS UN PASADO “TROVADORESCO”…

SA.- En mi familia siempre se escuchaba Silvio. Casi no recuerdo un momento en mi vida sin la música de Silvio. A Víctor Jara yo llego por mi cuenta. También, por ejemplo, mi mamá me hacía escuchar Serrat, me hacía escuchar Los Beatles. Había, entonces, una cultura de apreciación musical ya larga. Y para mí encontrar a gente tan auténtica como Luis Rico, como Carlos López, como Víctor Jara fue clave para buscar mi identidad musical. La banda que tenía, ésta que te digo que se separó, no hacía composición propia. Tocábamos puro “covers”, tres horas de “covers”. Alguna vez que intentábamos salía muy forzado. Éramos changos, pues. No teníamos esa libertad creativa, que es bien importante para comenzar a explorar.

IB.- AHORA, VUELVES, ENTONCES, AL ROCK

SA.- Sí. Para mí sí es un retorno; lo siento así. En varios sentidos es muy diferente a “estar solo”. Por ejemplo, una cosa que es rica de volver a tocar la eléctrica es que no eres responsable de todo, hay toda una banda en la cual tú te apoyas para tocar y te da mucha libertad para hacer solos, para hacer los acordes; la misma eléctrica tiene mucha más reverberación que la acústica, con ésta te quedas tranquilo, cantando. Entonces es bien diferente. Es por eso que es rico vivir esta experiencia musical.

IB.- SIN EMBARGO, PARECE QUE ESTOS CAMBIOS SON INTERMITENTES. ¿QUÉ PLANES TIENES PARA TU FUTURO POSTERIOR A ESTE DISCO?

SA.- No sé. Mi prioridad es estar con este disco y tocarlo siempre con una banda. Me he dicho: por lo menos tres años no voy a tocar solo. No importa qué tipo de evento sea, o qué características tenga. Pero si me presento va a ser con el grupo. Podemos hacer un tema viejo, de hecho en el ministerio vamos a hacer un tema viejo pero versionado y con formato de banda (…). Mi idea ahorita es tocar el disco, establecer que esto es lo que voy a hacer en los siguientes años. Vamos a ver qué pasa. Si de aquí a dos años está sonando bárbaro y decidimos grabar otro así: bien. Yo sé que es súper agotador. Una de las razones también por las que dejé de hacer rock fue porque es bien agotador coordinar con todo el mundo. De solista tienes una libertad increíble. Algo que le agradezco, también, a haber hecho música solo es que realmente podía ir donde quería. Si me llamaban y me decían: “¿te animas a tocar en un centro cultural que está a media hora de Senkata?” (Yo decía) “¡Vamos!”. Y era agarrar ‘la viola’, tomar tres minibuses y estar ahí, tocar, conocer muchos barrios, conocer muchos centros culturales, algo totalmente ajeno a lo que normalmente vivirías si seguirías tocando rock, en lo que seguramente voy a estar (con este proyecto). Es jodido mover a una banda.

IB.- CUÁL ES LA TEMÁTICA DE TUS TEXTOS, DE LAS LETRAS DE TUS CANCIONES

SA.- Yo creo que si uno analizara las letras de los cuatro discos, te hablan, primero, mucho de la soledad, de los miedos, de la inseguridad (que es algo que tengo mucho), y, también otra cosa que sale mucho, es que hablan del desencuentro con el amor. Mucha gente me dice que mis canciones son románticas, me parece bárbaro, pero creo que mis canciones hablan más del desencuentro con el amor que del enamoramiento como tal. No sé si se nota, pero eso es algo que puede pasar en un segundo o puede pasar como algo duro. No siempre escribo autobiográficamente, pero las cosas que me inspiran son siempre las más emocionales.

IB.- ¿POR QUÉ SE DEBERÍA ESCUCHAR TU DISCO?

SA.- Me parece que es un disco en el que la producción musical es bien prolija. Me parece que es un disco cuyo sonido ha sido trabajado a mucho detalle, y eso es, claro, responsabilidad del productor musical que es Alejandro Rivas y del estudio, creo que es algo que en este sentido vale la pena en sí mismo. Tú vas a escuchar todo en un volumen que se complementa, que hace que cada cosa resalte como tiene que resaltar. Es un trabajo bien meticuloso. Por el mismo hecho que nos ha tomado más de dos años en grabarlo, mezclarlo, todo eso. Por eso creo que son buenas razones para escuchar un disco bien hecho; más allá de mis temas, que puede gustarte o no, muy aparte de eso hay un trabajo de producción muy interesante y diferente.

IB.- Y EN EL CASO DE LAS LETRAS DE ESTE DISCO, ¿ES EL CLÁSICO SERGIO ANTEZANA?

SA.- Yo creo que sí, (aunque) hay gente que me ha dicho que no (ríe). Mi forma de hacer letras, probablemente desde mi segundo disco y un poquito después, entre el “Sencillo” y “Caligramas”, ha sido siempre: agarrar un diccionario, ver una palabra que me guste, y sobre eso comenzar. Y tararear la canción o melodía hasta que más o menos encuentre palabras que me gusten y sobre eso comenzar. No es como que tengo todo armado a priori, sino que se va armando en el mismo momento de escribir la canción. Normalmente tengo parámetros de qué tipos de palabras necesito; una esdrújula, una grave, aquí necesito algo que rime con “o” (ríe). Se pule muchas veces, pero la palabra que ha dictado el origen del tema normalmente es “impajaritable” y queda hasta el final. Algunas veces en el título, otras no, pero siempre es la que conduce la composición.