[Alberto Zuazo]

Punto aparte

La urgencia de volver al Pacífico

I

Es posible que, presuntamente, existan buenas razones para estar dispuestos a esperar que la Corte Internacional de Justicia, con sede en La Haya, recomiende a Chile dialogar con Bolivia sobre su retorno al océano Pacífico, mediante un puerto libre y soberano. La demanda en este sentido fue presentada por el gobierno de Evo Morales, el año pasado.

Al mismo tiempo, existe ya la conciencia pública de que el país, cada vez más, tiene la urgencia de salir al Pacífico. Siempre atribuyó su atraso a la carencia de acceso propio al mar. De conseguirse esto, los bolivianos estarían ante la prueba de fuego. Demostrar que tal realidad era cierta. Consiguientemente, Bolivia tendrá que crecer y desarrollarse en forma acelerada, para recuperar el tiempo perdido.

Han transcurrido 134 años desde que perdió su salida al mar por una guerra que no provocó. Sin embargo, en 1975-78 no aprovechó la oportunidad de resolver su enclaustramiento marítimo. Pinochet estaba con todo el ánimo de resolver el diferendo con Bolivia, para lo que no sólo utilizaba la vía diplomática, sino que promovió un intercambio frecuente de notas con Banzer, aunque éste, a veces, respondía con demora. La otra causa es que la Cancillería boliviana tuvo muchas falencias, atribuibles a la inexperiencia diplomática que tenía entonces.

Influyó también negativamente la prédica de sectores opositores y de otros, sobre la opinión pública. Incluso, una parte de la prensa no acompañó en forma estimulante a la negociación.

Es incuestionable que políticamente no era grato que el intento lo propiciaran dos gobiernos dictatoriales de la época, como eran los casos de los general Augusto Pinochet y Hugo Banzer.

A propósito, habría que recordar la célebre reflexión que una vez hizo el fugaz y extinto ex presidente de la República Walter Guevara Arze, en sentido de que hay que “comerse sapos”, cuando se trata de una causa mayor. De lejos, este era el alcance de la negociación chileno-boliviana, que duró algo más de tres años y que el gobierno de Banzer la concluyó abruptamente, para sorpresa del propio Pinochet. En ese momento, estaba en proceso la organización de una comisión tripartita -incluyendo a Perú- para acelerar el acuerdo.

Hay que leer dos libros testimoniales para seguir el curso de la negociación de 1975-58. Sólo entonces se estará en aptitud de emitir juicios de valor, en términos racionales y no emocionales. Del que era embajador en Santiago, el fallecido y talentoso ex empresario y periodista Guillermo Gutiérrez Vea Murguía, titulado “Negociaciones Marítimas con Chile”. Y del ilustre historiador y diplomático Ramiro Prudencio Lizón, que lleva el título “Historia de la Negociación de Charaña”; en los tres años de la negociación, fue primer secretario de la Embajada de Bolivia en esa capital.

La imperiosa necesidad que tiene Bolivia de disponer de un acceso soberano al Pacífico no puede prolongarse por más tiempo. La posibilidad de una nueva negociación se está presentando ahora, conocido el fallo del Tribunal de La Haya sobre la disputa de Perú y Chile respecto a jurisdicciones marítimas.

A pesar de que respetables opiniones aseveran que el fallo del Tribunal de La Haya es positivo para las expectativas bolivianas, existen también indicadores válidos para entender que fue más bien contraproducente.

En el caso, incierto aún, de que Chile reiterara la proposición que hizo en 1976, de entregar a Bolivia un Corredor al norte de Arica, sobre la base de un canje territorial, tal perspectiva se complicó para el país.

En ese entonces, Bolivia iba a contar con libre tránsito marítimo desde la costa hasta las aguas internacionales de alta mar. En contraste, al presente, tendría únicamente la libertad de navegación horizontal en 80 millas.

Para acceder a las aguas internacionales, ahora le correspondería bajar 200 millas más. Esto elevaría de forma muy significativa los costos y los tiempos del transporte naval.

La otra posibilidad sería negociar con Perú, para que las naves bolivianas lleguen a aguas territoriales que pasaron a ser suyas. Sin embargo, no se puede olvidar que toda negociación implica dar y recibir.

TITULARES

Usurpado el 7 de octubre de 1970, por defender
la libertad y la justicia.
Reinició sus ediciones el primero de septiembre de 1971.

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