La Ley Safco y la corrupción

La corrupción es un mal general de quienes poseen cualquier tipo de poder; éste alienta y se empeña en crecer en todos los ciudadanos de una nación para que mediante el cometido de hechos dolosos, se incrementen fortunas y se adquiera mayor poder.

El poder mal utilizado entraña el surgimiento de la corrupción y este mal no está referido solamente al mal ejercicio de los valores y principios que deberían ser parte fundamental de la vida de los hombres e implica, en todo caso, aprovechar las situaciones de poder para adquirir fortunas, para apoderarse de lo ajeno, para acumular riquezas y, sobre todo, para adquirir más poder porque está comprobado que el poder absoluto corrompe al ser humano absolutamente porque implica la desaparición de virtudes, valores y principios.

La corrupción complota contra lo digno y honesto, contra lo que se adquiere correctamente y es fruto del sacrificio y esfuerzo, que implica trabajo, constancia y disciplina y se cumple con valores. La corrupción es reflejo de todo lo que implica violar las leyes como el contrabando, la tenencia de bienes por medios ilícitos, el despilfarro y mal uso de los recursos del Estado, el incumplimiento de normas como lo establecido por la Ley Safco y, en muchos casos, la vida al amparo de lo que es el letal negocio del narcotráfico. La corrupción es también no cumplir con los deberes y responsabilidades, sea en la actividad pública o en la privada.

Por otro lado, son las consecuencias de la corrupción que lastima y viola los sentimientos de todo ser humano con un mínimo de dignidad y que, por efectos de la corrupción en cualesquiera de sus formas, ve menoscabada su libertad, postergadas sus esperanzas de mejores días para el país o tan sólo para el entorno en que se desenvuelve. La consecuencia es no saber a qué atenerse en el futuro porque hay desconfianza, duda, incredulidad en todo lo que hacen quienes se muestran como dechado de virtudes y son práctica y efecto de la corrupción.

En Bolivia, al igual que en otros países, se han dictado leyes y una de ellas es la Ley Safco, destinada a proteger a la sociedad contra la corrupción; es la ley que investiga y establece los inmensos daños que causa la corrupción; una ley que protege al Estado de todos los actos dolosos que pudiesen cometer los funcionarios de un gobierno. La Ley Safco es vital para la vida institucional del país y su vigencia debe estar plenamente respaldada; sin embargo, muchas veces, por efecto de la misma corrupción de principios y valores, no se la acata, no se la cumple y menos se cree en ella. El Gobierno, administrador del Estado, tendría que empeñar todos sus esfuerzos para combatir a la corrupción en todas sus formas y que sea la ley la que investigue y sancione a quienes transgreden la Constitución y los códigos que señalan, clara y terminantemente, que no puede ni debe haber inmunidad para que reine la impunidad.