Planeta enfermo por malos tratos

Es algo sintomático y preocupante lo que se manifiesta en un sinnúmero de males de enormes proporciones, como morir por envenenamiento de aires, aguas y humus, por agotamiento de recursos naturales, o por otras desgracias mayúsculas creadas por animales parlantes, debido a su incontrolable angurria e inveterado auspicio de malas formas de vida y explotaciones brutales en todos los ámbitos vitales. Ese panorama tiene proyecciones apocalípticas en este muy maltratado y bello planeta azul, indiscutiblemente irreemplazable.

Pero es la casa única que ocupa todo ser y moléculas con su conformación y comportamiento singular, que responde al accionar consciente e inconsciente de población minoritaria, en su propia escala, y mayoritaria en conjunto, que existe con pobreza intelectual, ignorancia, agresividad y que destruye la heredad, que es irreemplazable porque natura no perdona abusos en ninguna parte de sus inmensas galaxias. Y con el tiempo que se agota -siendo finita la sobrevivencia de cada partícula-, como van las cosas, nos habrá convertido en polvo semejante al del origen, inexorablemente, siendo la hora definitiva, dependiendo de moderación, dedicación y eficacia con que se pretendiese ganarle al tiempo, algo ya aparentemente imposible por los excesivos problemas existentes, como el ya gravísimo estado del calentamiento global y otras sintomatologías originadas por la contaminación ambiental y otros efectos nocivos manifiestos en tantísimas formas.

Simultáneamente se tiene que solucionar las problemáticas que generan los desechos acumulados desde la aparición de la vida, durante la formación del singular planeta y su gradual inducido malestar, por un incalculable número de incidencias que afectan el todo imaginable, que incluyen efectos de tóxicas humaredas por incendios y erupciones volcánicas, a lo que se suma la polución que produce la frágil y hacinada población mundial que, sin pausa ni medida, crece sin control y complica más el problema.

Son incidencias nocivas que afectan progresivamente lo viviente que encuentran a su paso, comprometiendo peligrosamente el equilibrio vital en el planeta con su estratósfera, creando factores multiplicadores de enormes proporciones y consecuencias con altísimo grado de severidad.

Tales condiciones tienden a agravarse con el despiadado consumismo y muy especialmente con la incidencia demográfica, por excesivos volúmenes de poblaciones que, en conjunto, han destruido en apenas diez mil años -con enorme intensidad a partir de las postrimerías del Siglo XVIII- todo lo que le ha tomado a la Naturaleza millones de años construir.

Son fatales y temibles los resultados de la progresiva destrucción y la contaminación que por agigantadas condiciones ya produce situaciones insalvables e insolubles, generadas voluntaria e involuntariamente, disminuyendo aceleradamente la calidad de vida del fenomenal conglomerado de personas que no se entienden entre sí, en una virtual “torre de Babel” mundial, con tantas diferencias en lenguajes, educación, costumbres, etc., problemas humanos NO resueltos, agravados por acumulación de malos tratos, inducidos en menoscabo de la salud y longevidad planetaria.

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