Deficiente atención en la administración de justicia

La designación de nuevos jueces y fiscales era una especie de apertura a la esperanza de que, finalmente, el Poder Judicial marcharía por los caminos de la eficiencia, la honestidad y la responsabilidad; lamentablemente, lo que hasta ahora ocurre muestra que siguen los procedimientos del pasado, con retardación, indisciplina, dejadez, indolencia, incapacidad, nomeimportismo, desidia y hasta corrupción en muchos casos.

La administración de justicia es un anhelo de la colectividad litigante en los campos del cambio, de la eficiencia y de la atención oportuna y debida de los asuntos puestos a consideración de jueces y personal de los tribunales. Para el pueblo, esas esperanzas se han esfumado y cuantos más reclamos hay, más dejadez se nota.

Los directivos del Poder Judicial sostienen siempre que “la remoción de jueces y fiscales permite cambiar procedimientos y hacer más eficaz y eficiente a la administración de justicia”; todo muestra que ellos, como autoridades de todo el esquema, se concretan a declarar lo que es ideal, pero nunca controlan para comprobar si ello se cumple en la práctica.

Es común oír condenas contra la “justicia” y la realidad es que la Justicia, como ideal máximo unido a las libertades del ser humano, no ha dejado de ser excelsa, digna, límpida, eficiente, eficaz, honesta y responsable; lo que ocurre es que quienes administran su aplicación, destruyen cualquier buen concepto o criterio y hasta se permiten declarar ante los reclamos: “la justicia es así, qué podemos hacer”. Y no es así la justicia, no es objeto manipulable por malos funcionarios encargados de su correcta, eficaz y honesta administración.

La Justicia es un derecho inalienable de todo hombre y su tergiversación, manipuleo o incumplimiento resulta un atropello a los más elementales derechos del ser humano; es, fundamentalmente, prostituir el sentido de la libertad y de los inalienables derechos en los que se sustenta la vida de todo hombre. La justicia debe ser, por otra parte, reflejo de lo que tiene que ser la administración del Estado por parte de los gobiernos.

Ante los cuadros que se presentan, pese a todo lo que se dice sobre el funcionamiento de una burocracia insensible como es la del Poder Judicial, corresponderá que, en el menor tiempo, se realice una reestructuración total del sistema judicial. Que se lo haga sin intervención político-partidista y sobre las bases fundamentales que señalan las leyes, mediante la designación -no nombramiento “a dedo” de jueces y fiscales- tomando en cuenta capacidad profesional, honestidad, responsabilidad, vocación de servicio a la Justicia y abstracción de toda militancia política, para que jueces y fiscales no sean simples cumplidores de los designios de autoridades, que no siempre entienden el sentido cabal de la justicia y utilizan el poder de dicho bien en beneficio parcial, sin ver que el cumplimiento de deberes y responsabilidades sea en pro de todos, sin distinción.