Microrrelato
Por Paula Orellana
Ya no puede uno caminar tranquilo; todo se sabe y todo te lo cuentan.
“¿¡Quién te ha contado eso?! ¡Yo no fui!” -repetí cuanta vez me fue posible en todo el viaje. No mucha gente me creía. Camino al lado del río, a mucha gente me encontré. Sus preguntas cada vez más “encarcelosas”.
“¿Es cierto que se peleó con su señora?” - Mi vecina.
“¿Es cierto que se divorció de su mujer?” - La vecina de mi vecina.
“Eres todo un bandido ¿le hiciste el doble a tu mujer?” - Mi amigo de la infancia.
“Dicen que usted es el principal sospechoso de la muerte de su esposa, ¿es cierto?” - La amiga de mi hermana.
“Mire loco ¿con quién se contactó para hacer ese traqueteo?” - No tengo idea.
“¿Qué hiciste el cuerpo?” - Mi papá
Dicen que el agua lleva secretos, lo que no me había dado cuenta es que el río iba cuesta abajo. Supongo que por eso cada quien se iba enterando de cosas peores.
Pero... ¿¡Cómo le explicaba a la gente que fue mi esposa la que se fugó!?
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