Se contempla al agua como factor de incontestable relevancia, en el campo ambiental, social y teológico, ya que se considera al agua sin discusión como una fuente de vida, sustento de todo alimento, garantía de nuestra higiene y salud y también como símbolo de purificación.
El agua en su categoría de don primordial es limitado y si su manejo es inapropiado, puede, paradójicamente, convertirse en factor de muerte, e inversamente, cuando el agua llega a su debido tiempo, en la medida proporcionada a la necesidad cotidiana y no ha sido dañada (contaminada), es el gran don para la preservación de la humanidad.
El agua por visión social es un bien destinado infaltablemente a todos los seres vivos, cuya privatización puede conducir al acaparamiento, por ello debe mantenerse en el ámbito público y el Estado debe ser el principal proveedor de los recursos económicos para garantizar una gestión integrada, con equitativa distribución, estableciendo en este punto que el costo debe ser cubierto de acuerdo con las posibilidades de los diferentes segmentos de la población y su nivel económico.
Igualmente es necesario que se mencione la perspectiva mercantil del agua, indicando que el líquido puede ser apropiado y convertido en mercancía, cuyo objetivo es garantizar el lucro y una mayor eficiencia en su distribución, pues ya está presente en el universo una crisis de los recursos hídricos debido a la indiferencia ante su uso, desperdicio y uso ineficiente, todo ello sumado al factor climático, que se presenta cada vez con mayor intensidad, ante la desidia y codicia de las potencias, sin contribuir y controlar eficazmente a la reducción del calentamiento global. Asimismo contribuye a la debacle una costumbre enraizada en las comunidades del mundo, que nadie cuida lo que es público y lo que es de todos resulta ser de nadie.
Sin embargo se puede rescatar coincidencias entre ambas posiciones, ya que el agua es fuente de energía, desarrollo y bienestar, al crear trabajo y colaborar al repunte económico de los pueblos y para mantener esta tendencia se requiere obras constantes de ingeniería, cuyo elevado costo debe sustentarlo alguien con percepción de una crisis mundial que se aproxima, debido, precisamente, al inequitativo aprovechamiento del agua y una indolente y sistemática contaminación.
Por estudios realizados y de fuente fiable se puede afirmar que la distribución mundial del agua es desigual y este desequilibrio ecológico produce irremediablemente un calentamiento global, situación que se traslada a nuestro país, donde se extraña un diagnóstico integral sobre la disponibilidad de los recursos hídricos, además de no existir una estrategia nacional para su mejor aprovechamiento, específicamente en el acceso al riego en comunidades agropecuarias, donde aún se benefician mínimamente.
En el sector de la salud se puede, sin eufemismo, confirmar que el 75% de las enfermedades en Bolivia está directamente vinculado a provisión de agua, sobre todo en la población rural, que en porcentaje bajísimo tiene acceso al agua potable.
Finalmente, el lector debe conocer el origen del problema, que se manifiesta en una carencia de conciencia social y sentido ético - solidario en el manejo del agua, una falta de recursos económicos, ausencia de políticas de preservación (caso Silala) y uso racional del agua, además de la ausencia de un marco legal moderno, acorde con la problemática de vida que representa el agua.
El autor es Abogado Corporativo.
Usurpado el 7 de octubre de 1970, por defender EL DIARIO |
Dirección:
Antonio Carrasco Guzmán
Jorge Carrasco Guzmán |
Rodrigo Ticona Espinoza |
"La prensa hace luz en las tinieblas |
Portada de HOY |
Caricatura |