Nuevos tópicos educativos

En el inicio del año escolar se sigue conociendo modalidades del sistema educacional del país, siguiendo presuntas pautas de los maestros Avelino Siñani y Elizardo Pérez, por lo que la Ley Educacional 070 lleva sus nombres.

Según fuentes del Ministerio de Educación la calificación de los estudiantes de primaria y secundaria será la misma: cuantitativa y cualitativa. La primera con referencia a los conocimientos y la segunda sobre la responsabilidad, puntualidad y colaboración (participación). Se calificará a los alumnos de 1 a l00 puntos; los conocimientos serán valorados cuantitativamente en 60% y el 40% restante por cualidades. El primer ítem corresponde al docente, en tanto la actitud del estudiante en el proceso se calificará comunitariamente por el profesor, los padres de familia y “el gobierno estudiantil”. La comunidad podrá inclusive intervenir para que el profesor “haga adaptaciones curriculares” sobre las dificultades de los alumnos.

El enfoque predominante es que no haya aplazados. No es la mejor manera de lograrlo, sino mediante una atención personalizada a los alumnos que presentan dificultades, lo cual requiere un plantel docente adicional y especializado para cada curso. Supone, sin duda, un reforzamiento presupuestario educativo significativo, siendo un tema de prioridad de gastos. Unos son importantes, otros superfluos y prescindibles.

Un defecto latinoamericano es vivir evocando la historia, el pasado, para aplaudirlos o estigmatizarlos, pero de espaldas al mundo contemporáneo. Esa actitud no condice con el mundo globalizado en el que estamos inmersos, aunque no sea del agrado de todos. Los países más avanzados, hoy, priorizan la tecnología.

En cambio nosotros nos anclamos en maestros como Avelino Siñani y Elizardo Pérez del primer tercio del Siglo XX, a no dudar de meritorio desempeño en su época en Warisata, y volcando la vista al pasado transitamos fácilmente hasta el Imperio Incaico y aún más atrás. Cada cosa tiene su tiempo y su lugar y se debe actuar en tal función. Es bueno honrar el pasado y la historia y otra cosa es tomarlos como modelo.

El mejor estímulo personal es la propia superación del individuo, que le brindará recompensa material y espiritual, que es también colectiva. El estímulo en efectivo no es siempre el mejor, así como tampoco lo es cotizar en metálico a los niños y adolescentes por su asistencia, por su aprovechamiento, etc. El estímulo de Bs. 1.000 a los mejores bachilleres jóvenes y señoritas, que acaba de instituir el Primer Mandatario, con todo lo bueno que pueda tener se lo debe tomar con beneficio de inventario.

No sólo porque la ayuda es poca individualmente, aunque a nivel presupuestario la suma se hace importante, sino porque no es bueno inducir a la juventud a que toda acción debe ser recompensada, inculcarle, en fin, una mentalidad mercantilista; poner precio a todo el quehacer humano no es aconsejable. La premisa debe ser “cumplir el deber por amor al deber y no a la recompensa”.