Salvemos al Beni y al Oriente que las lluvias torrenciales e inundaciones causan muerte y dolor. Para esta disposición de carácter humano y patriótico será necesario construir presas con compuertas para la generación de energía hidroeléctrica, control de inundaciones, regulación de caudales que garanticen el tráfico fluvial, y atender demandas de agua para riego, ganadería y desarrollo industrial.
Para definir la solución más adecuada que permita salvar al Beni y al Oriente boliviano se revisó estudios elaborados por especialistas en hidrología, geología e hidrogeología, complementados con datos sobre el tiempo de ocurrencia de precipitaciones pluviales, a fin de conocer las verdaderas causas que generan desastres por inundación.
Todo indica que las inundaciones son resultado de impedimentos naturales y artificiales que obligan al agua a retroceder hacia sus nacientes, como ocurre actualmente con las aguas que se originan en la cuenca del río Madera y la retención de la corriente de los ríos bolivianos que se originan en la cuenca del río internacional de curso sucesivo Madera, que es interrumpido por el nivel alto del río Madeira, donde están funcionando las presas hidroeléctricas Jiraú y San Antonio, que estarían obligando al río Acre a retroceder, inundando las poblaciones de Guayaramerín, Riberalta, Trinidad y otras en riberas de los ríos Iténez y Yata.
Al interrumpirse el flujo de las aguas bolivianas disminuye la velocidad de la corriente, produciéndose la decantación de piedras y arena en el fondo del cauce, generando el aumento de altura de la capa de sedimentación que facilitaría el desborde del agua, cubriendo grandes extensiones de terrenos próximos a las riberas y a lo largo del río.
La elevación de la altura de sedimentos se convierte en otro obstáculo de interrupción similar a los afloramientos rocosos de los ríos llamados “cachuelas”. Esta retención del flujo de agua también se la encuentra en las empalizadas o troncos de árboles incrustados en medio del río.
Los daños son grandes en Beni, Cochabamba, Santa Cruz y en las poblaciones de Rurrenabaque, Santa Rosa de Yacuma y otras que directa e indirectamente están ligadas a los ríos Beni, Mamoré y el río Grande que recibe las aguas del río Piraí y Yapacani. Este río sigue hasta la unión con los ríos Ichilo, Chimoré y Chapare. En la parte norte, el río Grande recibe aguas de Isiboro y Sécure, que son afluentes del río Mamoré.
Por lo tanto, sería urgente que el Gobierno mediante las entidades técnicas planifique y ejecuten obras civiles para el control de inundaciones, aprovechando vasos de almacenamiento para la regulación de caudales para el tráfico fluvial, generación de energía hidroeléctrica y atención a las demandas de agua para el riego y desarrollo industrial.
Al presidente Morales respetuosamente me permito sugerirle que haga un alto a la disputa con el Gobernador de Pando y a su campaña proselitista, en pro del bienestar de los bolivianos que lo eligieron primer mandatario de Bolivia.
En EL DIARIO (31/1/2010) ya se sugirió al Gobierno que era urgente realizar los estudios de factibilidad técnica, económica y financiera para ejecutar las presas del Beni y del Mamoré, y si es posible actualizar los datos para ejecutar el Proyecto Rositas sobre el río Grande. (Prudencio Claros y Asociados, abril, 1977).
El Ing. Antonio Bazoberry Q. ha escrito los libros El Mito del Silala; Canal Fluvial nuevo Puerto Suárez, y es autor del Proyecto corredor fluvial boliviano “Mutún-Atlántico”.
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