El caso de la economía, del desarrollo y progreso o no de los pueblos bien se lo puede comparar con la situación de una persona incapacitada para disponer de sus facultades, su voluntad, sus capacidades para el trabajo, su fuerza para valerse por sí misma y que vive pendiente del auxilio o ayuda de otras personas y no puede albergar esperanzas de curar sus males o, en casos, de vencer su abulia, su dejadez, su falta de voluntad que anula sus facultades. Este es el caso de los pueblos que se ven inhabilitados para enfrentar su propio destino, porque han acostumbrado su existencia y la vida de sus familias a la ayuda, la dependencia, la espera de que otros hagan lo que ellos debían realizar.
La pobreza se asienta generalmente en los países donde no se utiliza sus capacidades, riquezas y posibilidades de desarrollarse y superar altos índices de dependencia; por el contrario, los países que han alcanzado altos índices de desarrollo, lo hicieron sobre la base de su capacidad, de la conciencia de país de sus gobernantes y gobernados y la seguridad de que los propios valores los levantarían de la postración de la dependencia.
Países como el nuestro, Bolivia, que cuentan con mucha riqueza inexplotada, han resuelto sus problemas debido a las ayudas de países amigos e instituciones financieras; han hecho poco o nada por superar sus limitaciones y han dejado que el “dejar hacer y dejar pasar” haga lo que ellos no hicieron.
¿Cuánto se ha perdido como país tan sólo por falta de unidad, por carencia de la suficiente educación, por pésimas condiciones de salud, por mala nutrición y por un dejarse estar? ¿Cuánto hemos visto, a través de los años, el desangramiento del país no sólo territorialmente sino económicamente por no producir lo propio, lo que se consume y usa? ¿Cuánto se ha dejado que la anarquía destruya principios y valores? ¿Cuánto se ha hecho del país un medio y no un fin? ¿Cuánto aprovechó la acción político-partidista de algunos grupos con las condiciones de pobreza para beneficiarse con los bienes financieros y materiales del país? ¿Cuánto le dieron al país muchos grupos de poder político y económico que sólo supieron aprovechar las circunstancias para hacerse del poder ilegalmente? ¿Cuánto hicieron militares que juraron lealtad a la patria y la traicionaron relegando el Derecho y utilizando simplemente el derecho de la fuerza que ellos tenían?
Mientras no aprovechemos lo propio, lo que podemos y debemos hacer, mientras no haya voluntad y conciencia para salir de la pobreza; mientras no renunciemos a las ayudas foráneas utilizando nuestra capacidad de ayudarnos no saldremos de lo que nos daña, nos desune y no deja tener conciencia de país. Mucho de lo que se espera depende de los gobiernos y de quienes tienen poder político, social y económico; ellos deberían ser los lábaros que conduzcan al país por los senderos debidos y no quedarse en los brazos de la dependencia.
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