Crónicas del pasado

¿Es usted espía chileno?


Lima (UP).- “¿Usted es un espía chileno?” preguntó el delgado lustrabotas al periodista extranjero que tomaba fotografías en el mercado de unos barrios pobres de las tierras de Lima.

“Seguro. ¿No hay algunos aviones de combate escondidos por aquí?, bromeó el corresponsal.

El muchacho se rió pero luego, poniéndose serio respondió: “Dicen que va a ver otra guerra con Chile, porque el gobierno fusiló a un espía que ayudaba a los chilenos”.

Observadores políticos más sofisticados que el lustrabotas no cree que el reciente agriamiento en las relaciones peruano chilenas conduzca a una repetición de la Guerra del Pacífico de 1879. Pero el descubrimiento de una red de espionaje chilena que operaba en el Perú y el fusilamiento de un colaborador peruano han revivido los recuerdos de los peruanos por la derrota sufrida hace un siglo.

Perú perdió sus dos provincias más australes, Arica y Tarapacá durante el conflicto de cuatro años en que los chilenos avanzaron hasta Lima y Bolivia perdió su puerto costero de Antofagasta, siendo condenado a la mediterraneidad.

Ambas naciones han escogido 1979, el año del centenario de la guerra, con un significado casi metafísico. Pero lo ha declarado “el año de nuestros héroes de la Guerra del Pacífico” y el gobierno boliviano ha prometido un esfuerzo total, incluyendo un posible pedido de mediación al Papa Juan Pablo II para recuperar su acceso al océano.

La amargura peruana contra chile encontró en siembre último un concreto cuando el Ministro de Relaciones Exteriores anunció que agentes de seguridad del Estado habían arrestado a dos oficiales navales chilenos que tomaban fotografías de la base aérea de Talara. El gobierno deportó de inmediato a los chilenos y una semana después reveló que cuatro otros funcionarios chilenos agregados a la embajada de Lima habían 380 dólares a un suboficial retirado de la Fuerza Aérea chilena por planos e información de otra base aérea en el sur del Perú.

Los chilenos fueron expulsados y el sargento Julio Vargas Garayar fue fusilado el 30 de enero tras ser condenado a muerte por un tribunal militar, acusado de traición. El mismo día el embajador chileno Francisco Bulnes Sanfuentes fue declarado “persona no grata” y puesto en un avión de regreso a Santiago.

La expulsión del embajador representó el roce diplomático más grave desde que se impidió hace 70 años al embajador chileno José Miguel Enchique depositar flores en las tumbas de los peruanos muertos en la guerra.

El gobierno chileno sostuvo que oficiales de baja graduación habían llevado a cabo los actos de espionaje sin permiso y deploró la “delicada situación política” del embajador Bulnes San fuentes. Sin embargo, una nota diplomática peruana declaró al embajador responsables de todas las actividades, autorizadas o no, de los representantes diplomáticos y militares chilenos en el Perú.

El incidente dio a la prensa controlada por el gobierno en el Perú una amplia excusa para llevar a cabo una vitriólica rememoración de la Guerra de 1879.

El diario La Prensa comenzó a publicar, bajo el título “recuerden peruanos” reimpresiones de noticias de un diario de Santiago de 1880.

Una de esas reimpresiones del diario chileno El Ferrocarril de 1880 decía: “El desarme mili-tar del Perú es poca garantía. Debemos empo-brecer sus industrias y castigar a sus soldados y las fortunas de sus ciudadanos. . . adelante para que los hijos y los hogares de Lima paguen por sus pecados con castigo y muerte”.

El incidente dio al gobierno del General Francisco Morales Mermudez una causa nacionalista para atraer un raro respaldo unido de todos los matices del espectro político.

EL DIARIO, domingo 11 de febrero de 1979.

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