Vivimos con una suerte de mentiras y engaños. Es así que analizando el Decreto Supremo Nº 1.884, hace una distribución completamente errónea de los incrementos que debían recibir los jubilados, especialmente del Senasir, siendo lo correcto concederles un segundo aguinaldo, como se hizo con el sector activo.
Primero, ¿cuál es el organismo que ha definido con exactitud el monto que debe ser distribuido como incremento?, la Confederación Nacional de Jubilados y Rentistas ni siquiera se ha tomado la molestia de conocer el total de las planillas de rentas, que debería ser la base del cálculo para definir cuánto le correspondería a cada jubilado; el Acta de Entendimiento firmado en Konani no tiene el menor asomo de qué se estaba firmando, si fuera así tendría unas tablas completamente diferentes a las presentadas en el decreto enunciado.
Las mentiras vienen desde mucho más arriba, ya que en oportunidad de la firma del decreto, en conferencia de prensa una alta autoridad se refirió a un incremento del 10,48% a las rentas bajas, pero un porcentaje mayor apenas alcanza al 10% en las rentas bajas y así paulatinamente va en descenso, lo que quiere decir que aún a esa autoridad no le informan correctamente y aparece como un engaño. La realidad debería ser otra, el total del porcentaje sólo había sido el 8,5% distribuido en forma inadecuada y sin una versión real de lo que estaban haciendo. Esto difiere de las declaraciones de otras autoridades que indicaban que llegaría hasta el 11%, en oportunidad de firmar el primer acuerdo en Konani.
El incremento anual de rentas, según el mismo documento, debe ser del 5.5%, pues bien, en forma correcta ese monto debería tener el tratamiento de forma lineal e inversamente proporcional, no así el 3%, el mismo que debería incrementarse en forma directa a las rentas. El engaño se multiplica sobre las rentas un poco más altas, ya que si notamos la base, va en disminución sistemática respecto al nivel original. Para disimular el error que se cometió, por lo menos debería tener otra forma de disfrazar la mala repartija, teniendo en cuenta que muchos de los jubilados que han pasado el nivel de 2.000.- han tenido una serie de incrementos, por el acuerdo de Caracollo y posteriormente el acuerdo de Patacamaya, que subieron las rentas a niveles de más del 300% en muchos casos. Sin embargo, a partir del nivel 31 la diferencia de un cálculo directo del 3% tendría cierta justificación,
El organismo que firmó el acuerdo debería darse cuenta de que la solicitud de los jubilados era llegar a obtener el segundo aguinaldo. Lo correcto hubiera sido dividir las rentas en 13 partes y cancelar el doble aguinaldo en forma fraccionada, durante la gestión de 2014, de manera de dar una solución correcta y definitiva.
Todos están completamente equivocados, cuando indican que los jubilados deben contentarse con el 3%, aceptado por la Confederación Nacional de Jubilados y Rentistas de Bolivia. Esto hace ver que ese organismo tuvo la peor intervención como sistema sindicalista, por lo que quisiéramos preguntarle: ¿a quién defiende?, creo que sus propios intereses y no de todos los componentes de esa organización. Una vez más los jubilados han sido traicionados por sus propios dirigentes.
La confianza se la ha perdido, primero por el abandono de la Central Obrera Boliviana y luego por el organismo que debe amparar a los jubilados. Seguramente en el futuro tendremos la certeza de que decimos la verdad; aunque les duela a muchos, el sindicalismo no es materia negociable y siempre debe defender a los trabajadores y ex trabajadores. Estamos entrando a lo que el Gobierno ha planteado, la igualdad de rentas, afectando a quien ganó más por su nivel de conocimientos y sacrificios, sin importar a qué niveles llegarán. Pero sí parece que es más importante obedecer a los intereses particulares y no a los de todos los trabajadores y ex trabajadores del país.
Estamos inscribiendo a escala mundial la vergüenza de las organizaciones sindicales, en Bolivia. Ojalá que no caigan en el mismo nivel algunos entes sindicales que todavía mantienen el honor y respeto por sus afiliados. La COB y la CNJRB a nadie defienden, porque ahora vemos que en muchos casos la tiranía a veces ha sido más sensible que la actual democracia, en cuanto a los niveles de jubilaciones y rentas. Hoy en el país se maneja la discriminación, pese a que existen leyes y decretos que dicen lo contrario.
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