Yuri Mirko Ríos M.
Si en una anterior oportunidad protesté por la matanza de setenta animales domésticos, ocurrida hace poco en Warnes, ahora lo hago por la despiadada muerte que encontró un animal salvaje dentro de una propiedad privada en el municipio de Sacaba. Dicho animal junto a otros dos habían matado aves de corral, pero aun así, por simple sensatez debió habérsele respetado la vida.
Las imágenes del gato montés (Leopardus geoffroyi), abatido a palazos por los comunarios son realmente indignantes, especialmente una en la que se lo exhibe como un trofeo de guerra… ¡Qué cobardía!
Este hermoso animal, algo más grande que un gato doméstico, está catalogado como una especie amenazada de extinción, según el Libro Rojo de la Fauna Silvestre de Vertebrados de Bolivia.
Por lo tanto, bajo ningún punto de vista es válido el argumento del desconocimiento de las normas y leyes que rigen en el país para deslindarse de las responsabilidades por los abusos o los crímenes cometidos. Sepan que hicieron caso omiso de las recomendaciones de la Secretaría de los Derechos de la Madre Tierra de la Gobernación de Cochabamba, que exhortó a los pobladores a no matarlos y que más bien hicieran ruidos fuertes para ahuyentarlos, en referencia a la presencia de felinos en la zona. Este mal proceder, tal como fue anunciado, debe ser penalizado con todo el rigor de la ley.
Hasta cuándo los amantes de los animales soportaremos las brutalidades que vulneran sus derechos. Es sabido que ellos no hacen más que guiarse por ese instinto de supervivencia inherente a todo ser vivo, que los obliga a buscar el sustento cada vez más escaso debido a la destrucción de sus hábitats por las acciones humanas y el avance de las ciudades.
Unos pensarán que en lugar de darle tanta importancia a un “insignificante” gato montés, debería ocuparme por los damnificados de los desastres naturales que claman auxilio; estoy seguro de que en estos momentos hay muchos que se interesan por estas personas, lo cual es loable, pero a contados les preocupa la suerte de los que no pueden defenderse, ni pensar tal como lo hacemos nosotros.
“El Derecho a la Vida, que significa el derecho a existir. El Derecho a que ningún ecosistema, ninguna especie animal o vegetal, ningún río o lago sea eliminado o exterminado por acción de los seres humanos” (Evo Morales - Decálogo 2008).
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