Desastres naturales se enfrenta cada año


La presente temporada de lluvias es, casi con seguridad, la mayor de los últimos años, causando destrucción de propiedades, inundaciones, muerte de muchas personas, anulación total de sembradíos, sufrimiento y pérdida de bienes por parte de más de 40 mil familias, destrucción de carreteras, de automotores por riadas que arrastraron a su paso muchos vehículos, inclusive de alto tonelaje. Cada rubro de pérdidas implica serios problemas para la población que nunca puede recibir los paliativos necesarios para compensar, siquiera mínimamente, sus pérdidas, pese a que el Gobierno ha desplegado ayuda para amortiguar los efectos de tanto desastre.

Prever lo que ocurrirá en cada temporada es difícil, porque jamás se conoce la reacción de la naturaleza y con qué intensidad se desarrollarán las desgracias. No es suficiente lo que hagan el Gobierno e instituciones privadas, por lo que enfrenta la población afectada y lo poco que puede hacer la solidaridad ante la magnitud de los desastres; entonces lo que corresponde es prevenir de alguna manera males, tomando los recaudos precisos.

Es sabido que los ríos se desbordan e inundan pastizales, campos de siembra, propiedades y todo lo que encuentran a su paso las aguas; entonces, pasadas las lluvias, conjuntamente la población, habría que ubicar sitios altos y, si es posible, construir defensivos que amortigüen de alguna manera la fuerza de las aguas. Conforme a las experiencias que se adquiera, cada año habrá que mejorar esos defensivos y construir otros, tomando en cuenta al ganado, para salvarlo por lo menos en parte. En esta labor puede el Gobierno invertir los medios financieros necesarios y las Fuerzas Armadas contribuir a la construcción de las obras. Esta medida podría dar lugar a que la población, ante la amenaza de un turbión o una inundación, se traslade a esas alturas, a donde no lleguen las aguas. Se dirá que el trópico está conformado por lo que se llama “pampas” y que no hay colinas; pero con el debido esfuerzo se puede construir colinas de alguna altura que sirvan como refugio a la población, especialmente niños, mujeres y ancianos.

En lo que se refiere a las viviendas, los municipios tendrían que verificar la calidad de construcción y levantar defensivos que de alguna manera desvíen las aguas o contengan su fuerza. Para construcciones nuevas es necesario tomar las previsiones necesarias, con miras a que no sean afectadas por los desastres. Ante lo que se sostiene, en sentido de que es imposible adoptar medidas preventivas, son los técnicos, el personal a cargo de las planificaciones municipales, los que tendrán que decir, según los casos, hasta qué punto es factible construir defensas.

Lo cierto es que como todos los años, la población del país siente como propias las desgracias de quienes son afectados por la furia de los elementos naturales.

Las pérdidas son cuantiosas y la recuperación de todo lo perdido será imposible, pero tanto el Gobierno como las instituciones de ayuda podrán paliar los daños siquiera mínimamente.

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