Claudia Méndez Sanabria
Ha causado hilaridad y repulsa en semanas anteriores, que comparsas disfrazadas, auspiciadas por autoridades edilicias, se dieran la tarea de hacer “resucitar” al pepino en medio de bandas de música y consumo de bebidas alcohólicas en calles céntricas, dando paso a la borrachera, mientras en Beni, La Paz, Cochabamba, Chuquisaca y otras regiones por las intensas lluvias, ríos que se desbordan, se pierde cultivos, animales, y más de 55 mil familias damnificadas sufren por hambre, dengue, hongos, picaduras, lodo, pérdida de sus enseres en zonas afectadas por los desastres y tragedia, ante la indiferencia de quienes prefieren bailar y divertirse.
Triste espectáculo de nuestra gente, que ni siquiera ha terminado de pasar Navidad y Año Nuevo se da a la tarea de adelantar carnavales con pretextos del desentierro o entierro del pepino, sin conmoverse ni mostrar solidaridad con personas humildes que claman ayuda humanitaria, cuyo socorro se lo debe brindar sin poses de figuración, ni bombos ni platillos.
Los bolivianos nos dedbicamos más a bailar y beber, por todo y por nada, antes que dedicarnos a trabajar con ritmo sostenido. El carnaval paceño de antaño era elegante, original, se mostraba cultura y tradiciones, además de ser atractivo, turístico y beneficioso económicamente, pero pronto veremos un carnaval desteñido, con disfrazados grotescos y comparsas nada originales. El lado turbio de esta festividad, será provocado por el excesivo consumo de bebidas, ya que luego de estar alegres y bailando se producen discusiones, peleas, riñas, separación de parejas, familias y amistades. Recordemos que un martes de ch´alla, mientras el pueblo se embriagaba, los chilenos estaban invadiendo Antofagasta.
Si continuamos con estas costumbres de brindar con tragos, serpentinas y mixtura en oficinas y continuar con tradiciones del pasado, en pleno Siglo XXI, el país continuará en la zaga, nuestra juventud seguirá postrada por falta de educación y desarrollo, mientras nuestros vecinos trabajan, se culturizan y desarrollan.
En este difícil período, el trabajo y la productividad son indispensables para que salgamos del atraso económico y social, aunque la inacción de muchos supera a la actividad de los pocos. Se viene cuatro días tediosos de carnaval.
En lo referente a feriados, el Gobierno del Estado Plurinacional con el “proceso de cambio” que poco se advierte, debería modificar las fechas rojas del calendario, que fomentan la ociosidad. Las empresas privadas desean trabajar y no están de acuerdo con la paralización del país, si las carnestolendas en otros países se reducen a una noche de juerga, en Bolivia “todo el año es carnaval”, las libaciones y borracheras se alargarán por varias semanas.
A gobiernos neoliberales no les interesó esta medida, puede ser beneficiosa, ya que debe haber casi una treintena de feriados al año. Por supuesto que las grandes recordaciones de nuestra Independencia Nacional, Viernes Santo, de alta categoría, se las debe respetar y honrar. Pero que existan muchos días de “descanso” obligado, incluso el 22 de enero, 21 de junio, entorpece el normal desarrollo del país, que pierde plata, el Estado también. No debemos darnos el lujo de jolgorios y feriados a diestra y siniestra, ya que aún pedimos ayuda a organismos internacionales.
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