Nuestra soberanía, perenne y prioritaria

Chile y Bolivia ¿hasta cuándo?, se pregunta Oscar Pinochet de la Barra, reputado escritor chileno y autor del libro con la misma significativa frase. Sugiere e infiere al mismo tiempo (por momentos con exasperación en su letra) conseguir que ambos países definitiva y concluyentemente asuman lo que denomina ¡la solución!

Pero el mismo no se limita a buenos deseos, más bien ofrece admisibles y audaces soluciones posibles, con la virtud de adjuntar en todo momento de su postura, nuestra soberanía y jurisdicción para Bolivia. Exhorta, en este sentido, a combinar normas de Soberanía y Jurisdicción en un enclave excepcional para los tres países, en lo que denomina “Plan trinacional de desarrollo en Arica y Tacna, la Quebrada de Camarones o la Caleta Vítor, tanto para Chile, detentador del territorio, Perú por la historia, y Bolivia por su situación geográfica, pero que nazca al “imperio de tres voluntades” que genere progreso para los mismos y de paso se solucione el centenario problema boliviano.

Pero Oscar Pinochet no es solitario en su posición, ya que “convive” hoy con una joven generación de hombres y mujeres de letras chilenos que coinciden con su postura, sin que esto signifique “traicionar” el oficialista ideario chileno. Por el contrario, expresan los mismos una verdadera visión política económica futura para su economía, a favor del conjunto de países vecinos, pero principalmente de su propio país ya escaso de recursos naturales.

Recordemos, en este sentido, la feria última del libro chileno, cuya invitada de honor fue la Cámara del libro Boliviana que exhibía -en la parte pertinente a nuestra causa- una amplia bibliografía pro mar para Bolivia. Entre otros “El mar enterrado” de Patricio Jara, “Geografía náutica de Bolivia” de Ramón Vidal Gormaz y “Mejillones” de la periodista y escritora Claudia Bossay y del propio Oscar Pinochet, obras que afirman en forma común, por ejemplo, que el Estado chileno en los años 1881 y 1886, a partir del gobierno de Domingo Santa María, se encontraba ofuscado por hacer propio el Litoral boliviano.

Al margen de lo anterior, para pesar nuestro, observamos que aún persiste en nuestro medio una legión de entre malos políticos y genuflexos diplomáticos, en palabras del insigne Carlos Montenegro “preparados para la derrota”, que tratan de soslayar el término soberanía para la obtención de una salida al mar “a como dé lugar”, con el propio y único interés de abrir espacios económicos, desestimando un verdadero desarrollo político y económico a través del privilegio de la soberanía.

Volviendo a la cita de un caudillo y pensador revolucionario, ejemplo de nuevas generaciones, y adecuada a nuestra realidad actual, advierte, “Bolivia al aflojar la tensión de su dominio sobre sus riquezas, que son fuentes de nutrición vital, cae en verdaderas renunciaciones de la soberanía económica, enajenándolas, y entregando sus fuentes de nutrición vital del país en servicio de nutrir al extranjero…”.

El autor es abogado.