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De nada valieron mis ruegos a la cholita cochabambina para suspender nuestros festejos carnavaleros en señal de respeto y solidaridad con nuestros hermanos bolivianos que sufren los embates de las lluvias e inundaciones, pues está visto que bailar es una necesidad ineludible para la mayoría de nuestros compatriotas, como me lo enseñó mi pariente espiritual, quien me dijo: “si no vamos a bailar en estos carnavales nos castigará la Virgen del Socavón por no haber cumplido con nuestra promesa que le hicimos el año pasado y no debemos exponernos al castigo de la Virgencita que es tan buena y milagrosa...”.
Ante una razón tan convincente, agaché la cabeza y le entregué las llaves de mi motocicleta Harley Davidson para que condujera a la ciudad de Oruro, donde se realizó el denominado “último convite” y la renovación de nuestras promesas ante la imagen milagrosa.
Mi comadre de Quillacollo me explicó en Oruro algunos de los castigos que yo habría podido sufrir si no hubiera cumplido la promesa que le juré el año pasado a la milagrosa Virgencita orureña, señalándome -entre otras- el embargo de mis bienes por las sumas de dinero que le adeudo a mi comadre, recrudecimiento de mis males reumáticos y súbita aparición de denuncias por subversión ante el ministro de la Presidencia, señor Quintana, que es el más bravo de todo el Gabinete.
Quedé espantado acerca de los males que me podrían haber sobrevenido en caso de incumplir mis promesas a la Virgencita del Socavón, según pudo saber mi comadre Macacha, y que me dejaron temblando, apresurando mis pasos para reiterarle a la Virgencita orureña mi fe y mi amor inconmovibles.
Bajo la dirección de mi pariente espiritual y con su ayuda en los pasos difíciles cumplí con el último ensayo general sin disfraces junto a los miembros de nuestra fraternidad, cosa muy difícil de hacer tratándose de “Los negritos simpáticos de Potopoto”, que siempre solemos bailar con máscaras para no poder ser identificados por el público.
El domingo bailamos sin máscaras ni disfraces, ofreciendo tal sacrificio a la milagrosa Virgencita, la única en el mundo que es honrada y adorada por millones de diablos.
Después de realizar nuestra promesa ante la Virgen, la cholita cochabambina me preguntó cuál había sido mi promesa ante la Madre de Dios, respondiéndole que ese es un secreto entre la Virgen sin pecado concebida y este pecador, pero tanto insistió la cholita para conocer mi secreto que tuve que contarle que yo le había prometido no volver a prestarme plata de ninguna cholita cochabambina porque éstas me cobran intereses muy altos, por los que no reclamas, pues ella te gana siempre con sus coqueteos.
Macacha les contará sobre nuestros nuevos pasos carnavalescos.
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