El proceso electoral boliviano hereda un nuevo factor político externo que influiría en el comportamiento ciudadano, pues a la hora del voto, aún estarán latentes las crisis de Venezuela, de Ecuador y de otros gobiernos integrantes con inestabilidad interna, y muy cercanos a la administración del Gobierno boliviano.
El continuo estado de convulsión social en Venezuela y la pérdida de espacios políticos municipales en Ecuador, constituyen indicios de que la permanencia, tanto de Nicolás Maduro como de Rafael Correa, está cuestionada, en principio.
En Venezuela, el sector contrario a Maduro, liderado por Henrique Capriles, adquiere ribetes de hegemonía, al demostrar en los hechos la movilización de grandes grupos humanos con capacidad de alterar la gobernabilidad, generar cierta división en las Fuerzas Armadas y deteriorar la propia imagen del sucesor de Hugo Chávez.
Los acontecimientos luctuosos de Venezuela repercuten política y económicamente en Bolivia. En el campo político, alienta a la oposición, que busca más que nunca “un Capriles”, y en el contexto económico crea una serie de problemas para el gobierno del Movimiento Al Socialismo (MAS), al impactar entre otros, en el rubro de la exportación manufacturera y de textiles.
Un portavoz de la Confederación de la Micro y Pequeña Empresa (Conamypes) afirmó que por la crisis venezolana desde julio de 2013 a la fecha, cayeron las exportaciones bolivianas de textiles en un 50 por ciento. “Fue un mal año para nosotros”, dijo.
El segundo factor de gran importancia en el reto electoral de nuestro país, es el incierto futuro del modelo venezolano. Las tendencias indican deterioro constante de Nicolás Maduro en su propio feudo político, mientras que tales síntomas rebasan Venezuela y encuentran acogida en las facciones políticas contrarias al gobierno de Evo Morales, bajo la esperanza de que: “si cae Maduro, cae el resto”.
LA IMPORTANCIA DE LA POLÍTICA NACIONAL
Sin embargo, la Historia enseña que las contradicciones internas de un país son superiores y con mayor peso político que las contradicciones e influencias externas, sin negar la influencia de éstas.
Vale la pena preguntar entonces: ¿Hasta qué punto la oposición política boliviana está preparada respecto a las elecciones generales de octubre próximo y cómo aprovecharía la situación internacional si colapsa el modelo venezolano?
En primer término, cuando aún faltan algo más de siete meses para las elecciones generales, la oposición no consigue un líder carismático que compita con el candidato del MAS. Detalle que entorpece la práctica del segundo objetivo registrado por encuestas de opinión: la unidad de los opositores como un requisito para el voto a favor.
LA UNIDAD POR LA UNIDAD
Los jefes de partidos, agrupaciones, facciones y alianzas no han superado hasta el momento su vocación de caudillos. Todos quieren ser la cabeza principal y única, postergando cualquier oportunidad destinada a elegir un candidato de oposición. El regionalismo, intereses personales, pertenencia a un grupo dentro del grupo y cierto complejo de sobrestima individual entorpecen el caminar por la senda que conduce a la unidad.
Aun así, surge otro inconveniente. ¿Unidad sólo por la unidad? ¿Unidad en torno a una filosofía? ¿Unidad en torno a una persona? ¿Unidad porque se acaba el tiempo?
La unidad de la oposición es un mito, duerme en los brazos de la dispersión: avalancha de nuevos pequeños partidos; sistema no renovado de alianzas. La alianza con unos resta aliados a otros.
VERGÜENZA IDEOLÓGICA
El llamado a la unidad de la oposición es muy difícil por la sencilla razón de que es una convocatoria sin espíritu. Es decir, cualquier unión política está basada en una ideología, en reconocer pertenencia a una u otra ideología que no sea ecléctica, como lo es, por ejemplo, la mezcla del liberalismo con el “indigenismo”.
¿Por qué, la oposición no se respalda ideológicamente en el liberalismo o, en su defecto, en el conservadurismo? No hemos escuchado a liberales y conservadores, mayoría absoluta de la oposición boliviana, decir “soy liberal”, “soy conservador”.
Proclamar su ideología, en esta etapa crucial, es un arma de identidad política; es el punto que hará posible la unidad, factor que a su vez genera identidad y simpatía en los posibles votantes. Lo esencial es identificarse, para que la población votante se identifique con el candidato.
NO MENTIRSE
Es procedente referirnos de manera general a las recientes encuestas de opinión que dan un 45,7 por ciento al candidato del MAS. Algunos analistas, dicen que “el 45.7 por ciento debería preocupar al MAS…”. Verdadera ironía, cuando la unidad, la dispersión, la no identidad ideológica, el regionalismo y la ausencia casi absoluta de liderazgo a nivel nacional brillan y se expresan en las últimas encuestas.
La oposición debe preocuparse por su lento desarrollo, pues algunos partidos con varios años en las espaldas y otros recientes, están hoy 30 puntos más abajo que el oficialismo. En el análisis, político no sucede como en matemáticas, donde el orden de los factores no altera el producto. No mentirse es otra regla de oro y punto a esta crítica bienintencionada, imparcial y sin otro partido que no sea Bolivia.
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