Álvaro Numbela T.
Hasta el presente la reacción de los llamados magistrados, resulta intrascendente, sin embargo de estar considerados como representantes con plena autonomía funcional del Poder Judicial. ¡Señores Magistrados!, hay que ejercer los poderes implícitos, connaturales e irrenunciables para que los jueces gocen de las garantías y de las condiciones necesarias para el logro del servicio eficaz de la justicia.
LA PRESENTACIÓN FORMAL DE HECHOS
Hay declaraciones que versan sobre “instrucciones” a los jueces de la República para agilizar su trabajo. Hay compromisos que establecen plazos para mejorar la justicia, hasta el fin del presente año, con la directa intervención del Poder Ejecutivo. También hay declaraciones, a 19 de febrero, a propósito de los “operadores” de justicia, que dan cuenta que ellos no deben tener militancia política.
Finalmente, hay declaraciones “para destituir a los magistrados, porque había en ellos la esperanza de que la justicia cambie”; otras declaraciones atrabiliarias expresan “que ellos -los magistrados- deberían renunciar a sus cargos por ética para proseguir otro mecanismo de selección”. Todo lo cual acaba con renuncias espectaculares, a 20 de febrero de 2014.
Tremenda crisis que deja en el aire la problemática contemporánea del desarrollo: El necesario perfeccionamiento de las formas de organización político-social, que todos esperábamos. En este sentido no habríamos de descuidar que el Derecho Público y la Constitución por mandato del Pueblo-Soberano ratifican la exclusividad de competencias y autonomía funcional para la misión de un auténtico Poder Judicial.
LO QUE HACE FALTA
¿Qué hace falta para mejorar el rendimiento del llamado “Órgano Judicial”?... Un mejor trabajo, simplemente. Nadie perdonará la negligencia demostrada por la cúpula judicial cuando, a 23 de mayo de 2013, inclusive gozaron de cursos de reforzamiento para la independencia del Poder Judicial. Para tal realidad, no se necesita dineros, nuevos Códigos, menos destituciones ni nuevas Universidades. En efecto, no hemos escuchado hasta el presente una voz timbrada que diga ¡alto!, que en Bolivia y en los Tribunales Distritales se establece salas comunes procesales, con Secretarios, Actuarios: un trabajo en equipo y al mando de un Director, para que el Juez sólo cumpla con su augusta misión de dictar Resoluciones.
No, no hay eso; luego, tampoco habría la implantación de un Estatuto de la Magistratura para saber ¡quién es un magistrado!... Pues nada sustituirá a un Juez con escuela o con carrera profesional de por lo menos 30 años de servicios. De momento sólo eso para quienes se ocupan del malogrado Poder Judicial.
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