René Estévez Torrico
El planeta tierra, que por las leyes de la astrofísica está conformado para vivir incontables millones de años, va acortando aceleradamente el término de su existencia, al ser atacado y moralmente herido por el accionar irracional y desmedido de los mayores países industrializados del mundo, que so pretexto de la globalización de la economía y del consumismo, no trepidan en arrastrar a la población mundial a una suerte de suicidio colectivo. Las frías estadísticas no mienten, sólo el 25% de la humanidad comete el 75% de los crímenes contra la naturaleza. Entre ese reducido círculo depredador se encuentran las corporaciones gigantescas del petróleo, los aprendices de mago que manipulan alegremente la energía nuclear y la biotecnología, sin control alguno. Veamos.
CONTAMINACIÓN SIN FIN
En primer término diremos que la gran industria con su creciente y desarrollada tecnología va al mismo tiempo quemando en forma indiscriminada los bosques, que son los pulmones de la humanidad para sobrevivir, con el agregado de que al mismo tiempo generan millones de toneladas de tóxicos, como arsénico, cianuro, mercurio y otros venenos que contaminan sin control ríos, aguas y mares, que causan la extinción de la fauna marina que alimenta al hombre y a otros seres vivientes que conviven con él.
Por otro lado, y como remate de esa tremenda agresión, han calculado los científicos que el agujero del manto protector del invalorable ozono, que salvaguarda la atmósfera, ya alcanza la dimensión del continente africano y, por lo tanto, los temidos rayos ultravioleta ejercen su acción dañina sobre la humanidad y la naturaleza.
EFECTO DE INVERNADERO
Es preciso referirse, además, al Instituto para los Recursos Mundiales (World Resources Institute, con sede en Washington), entidad que denunció y dictaminó hace algunas décadas, la quema incontrolada de combustibles, carbón y petróleo principalmente, debido al desorbitado y descontrolado accionar de las industrias en los países capitalistas y “súper capitalistas” a nivel mundial, resultando de todo ello la destrucción del equilibrio ecológico del mundo, extinción de la capa protectora de la atmósfera: el ozono. Todo ello ha generado un efecto de invernadero, que va determinando un aumento continuo de la temperatura de nuestro planeta hasta su punto más alto en los últimos cien millones de años, y que da como resultado el calentamiento global del planeta tierra, y que desencadena el deshielo acelerado de los glaciares, la subida imparable de los niveles de océanos, mares, lagos, ríos, etc., con el resultado fatal de que se desatan incontrolables y mortales inundaciones que arrasan plantas, animales, viviendas, seres humanos y otras catástrofes, sobre todo en países pobres y subdesarrollados, que son la mayoría de la población mundial.
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