Sugerencias del FMI

Los brazos económico-financieros de Naciones Unidas, como son el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional, cumplen importante labor, especialmente en los países pobres y subdesarrollados. Labores de asesoramiento y guía son misiones precisas de ambos organismos y su trabajo es honesto y responsable porque no hay intereses subalternos ni se cumplen conveniencias de nadie para cumplir a cabalidad la misión impuesta.

Los países que reciben asesoramiento y sugerencias sobre el manejo económico por parte del Fondo Monetario Internacional, se sienten molestos porque creen que se trata de intromisión en los asuntos privativos de cada país. Es lamentable tal posición porque sugerir, proponer, incitar a tomar medidas no puede ser, en modo alguno, injerencia en los asuntos de los Estados en los que trabajan; son propuestas sanas y honestas que buscan corregir determinadas políticas y aplicar recetas que permitan mejorar el manejo financiero con miras a la consolidación de sanas economías.

En los países con algún tinte socialista o que obedecen doctrinas de extrema izquierda, se dice que el Fondo Monetario Internacional “cumple disposiciones de los Estados Unidos con miras a lograr que los países asesorados sean más dependientes”; posición totalmente equivocada porque el FMI, cuando se trató de mostrar al país del norte sus errores en el manejo económico, lo hizo al margen de todo interés subalterno y menos para “sujetarlo a cualquier potencia”. Ello prueba la imparcialidad y el profesionalismo con que actúan quienes trabajan en dicha entidad de Naciones Unidas.

El Banco Mundial tiene misión clara y hasta definida en sus propósitos porque busca el desarrollo y progreso de los países miembros de Naciones Unidas; no está ni se siente guiado por intereses económicos o políticos de nadie porque los préstamos que otorga son a largo plazo, con buen tiempo de años de gracia y con intereses muy bajos que ninguna entidad financiera, privada o pública, del mundo puede otorgar. Lo extraño, en todo caso, es el hecho de que muchos países pobres se endeudan con bancos privados y entidades que nada tienen que ver con Naciones Unidas o con el FMI o el BM y lo hacen con el pago de altos intereses, comisiones y otras cargas que son onerosas para los países recipendiarios de los préstamos.

Cuando se trata de que el FMI vaya a revisar los estados financieros del país, es preciso que el Gobierno tenga plena confianza de que los resultados y las sugerencias que haga la entidad serán honestos y ciertos que permitirán la adopción de medidas precisas para corregir lo mal hecho; con seguridad que, con sano juicio, emitirá opiniones claras y enmiendas que permitan evitar políticas equivocadas. Como prueba de todo ello, está comprobado que muchas sugestiones y sugerencias del FMI o del BM han dado excelentes resultados en muchos países que han aplicado las recetas previstas. La economía es clara y cuando fallan algunas medidas es porque seguramente hubo desvíos en la aplicación de las recomendaciones.