Voto consciente definirá las elecciones

Es una realidad que el ejercicio continuo del poder provoca desgaste, que a la larga repercute con resultados negativos, en cualquier régimen político. Y en el período preelectoral el ciudadano independiente, no inscrito en partidos políticos o frentes, se constituye en una mayoría, para dar un voto consciente. Entonces el ciudadano pone en la balanza los pros y contras de un gobierno y si realmente hubo políticas de Estado que mejoraron sus condiciones de vida, dará su voto favorable. Pero éste será negativo cuando un Gobierno no haya trabajado, especialmente en los sectores pobres, que son una mayoría considerable.

Consideramos que son vanos los esfuerzos para tratar de convencer a los ciudadanos, empleando ingentes sumas de dinero en propagandas de todo tipo. Los votos desinteresados son la expresión democrática de miles de habitantes del campo y las ciudades y constituye para ellos su única arma para ser escuchados y no ser abandonados a su suerte, para no vivir sólo de promesas, muchas de las cuales no se cumplen. Los bolivianos tienen derecho a exigir mejores condiciones de vida, ya que hasta ahora se ha gobernado con grupos privilegiados.

Pero los ciudadanos de a pie observan con desilusión que hay carencia de nuevos líderes políticos, porque siguen los mismos de siempre, que han gobernado al país en diferentes períodos y cuyo accionar pasado no satisfizo a las grandes mayorías. Lo censurable es que persisten en retornar a las lides políticas, como si el pueblo no tuviera memoria.

Mientras tanto aumentan los cinturones de pobreza en las ciudades, por falta de políticas para solucionar los problemas de grupos sociales abandonados. Se observa inercia y falta de voluntad para combatir el hambre y la miseria. El actual esquema político en función de gobierno se ha reducido a propaganda constante, que en cierta forma molesta a la población, que en el Beni y otras zonas está soportando las inclemencias del tiempo, que provocan inundaciones, falta de alimentos, pérdida de cultivos y ganado, factores que propagan enfermedades y aumentan la pobreza.

A estas desgracias, se añaden problemas graves como la inseguridad ciudadana y el narcotráfico, cuyos informes al respecto se limitan a requisas a centros de acopio y captura de algunos traficantes, mientras aumentan los sembradíos de coca y la producción de drogas, sin que se observe una política enérgica y decidida de lucha. El tema de la salud de los bolivianos no ha sido enfocado con planes adecuados, existen falencias por falta de medios económicos para mejorar la infraestructura, construir hospitales, adquirir insumos, equipos modernos y crear nuevos ítems.

En el campo de la educación se aplica planes que tienden a desorientar a educandos y educadores. La inseguridad ciudadana no ha sido reducida, pese a los esfuerzos de la Policía Nacional, ya que aumentan los delitos, como robos, secuestros y asesinatos. La justicia está por los suelos, debido a que se la maneja políticamente, pues tribunales, magistrados, jueces y fiscales son designados por méritos políticos. La justicia no favorece a los pobres.

La idoneidad de las elecciones generales está en discusión, ya que el Tribunal Supremo Electoral ha sido constituido con proyección política y no es garantía de realización de elecciones generales limpias. El país clama por la unidad de los bolivianos y el cese de enfrentamientos, lo cual se conseguirá sólo con votación consciente y pensando en el bienestar de todos. Lo contrario nos hará ingresar a un túnel sin salida, poniendo en riesgo la democracia de los bolivianos.

El autor es Profesor Emérito de la UMSA.